El centro médico, ubicado en la región de Silwan, fue cerrado el miércoles por las autoridades israelíes en una medida represiva que ha dejado a miles de los palestinos de Al-Quds sin oportunidades de hacerse pruebas de diagnóstico de la enfermedad contagiosa.
Si bien la policía israelí no ofreció explicaciones al respecto, medios locales informaron de que la clínica fue atacada el martes por la noche y cerrada un día después que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) proporcionara al nosocomio los kits de prueba de la COVID-19.
El régimen israelí “no nos ayuda ni no nos permite recibir ayuda de otras partes”, denunció Farhi Ebu Diab, un residente de Silwan.
Un día después del ataque al centro médico, la Cancillería palestina, a través de un comunicado, denunció que el régimen de Israel bloquea los esfuerzos de los palestinos en Al-Quds para combatir la enfermedad y alertó que las medidas israelíes ponen en peligro la vida de los palestinos.
El Ministerio palestino de Asuntos Exteriores llamó a la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como a otras entidades internacionales pro derechos humanos, a presionar a Israel para que detenga sus agresiones en Al-Quds y permita que los propios palestinos manejen la crisis del coronavirus en la urbe sagrada.
Según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), la violencia israelí contra los palestinos ha crecido un 78 % en las últimas semanas, mientras todo el mundo está sumido en la crisis desatada por la COVID-19 y une esfuerzos para combatirla.
Los israelíes, además de socavar los esfuerzos palestinos para combatir el brote infeccioso, han intentado incluso propagar el coronavirus entre la población palestina, mediante actos inhumanos, como escupir entre la gente de comunidades palestinas.
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