Publicada: domingo, 21 de abril de 2024 9:18

La guerra genocida en Gaza transita su séptimo mes, revelando que Israel no ha logrado una victoria clara, mientras que la Resistencia palestina sigue mostrando resiliencia.

Diversas perspectivas ahora reflejan signos de retrocesos para Israel, en contraste con la Resistencia palestina que saborea el triunfo.

Recientes evaluaciones israelíes sobre el curso de la guerra han llamado la atención. A pesar del control político y de seguridad que moldea las narrativas mediáticas, ha surgido un margen notable de libertad de expresión, permitiendo diversos grados de crítica hacia el régimen y el ejército.

Aquí hay algunas citas destacadas:

“Israel ha sido completamente derrotado. Los objetivos de la guerra no se lograrán, los detenidos no regresarán mediante acciones militares, y la seguridad sigue siendo un objetivo esquivo.” (Haaretz, 13 de abril)

“Israel perdió la guerra contra HAMAS. Nuestra única imagen disponible de victoria es derrocar a Benajamín Netanyahu y celebrar nuevas elecciones.” (Dan Halutz, ex jefe de estado mayor del ejército de Israel, diciembre de 2023).

“HAMAS no solo derrotó a Israel, sino que también derrotó a todo Occidente.” (Alon Mazrahi, escritor y periodista, 5 de abril).

Un análisis reciente en el sitio web de la Fundación Carnegie destacó las opiniones de Nathan Brown y Vladímir Bran. Argumentan que Israel busca destruir completamente la vida palestina en Gaza, sin dejar espacio para ningún Estado palestino, haciendo que la ampliamente discutida solución de dos Estados sea repulsiva para los líderes israelíes.

Esta estrategia no anunciada contradice la mayoría de los escenarios como el despliegue de una fuerza de paz internacional o la formación de un gobierno de transición en Gaza supervisado por las Naciones Unidas. Si existe la posibilidad de una autoridad palestina, actuaría como un agente o subcontratista, mientras Israel retendría el control sobre la seguridad.

El análisis también señala que amplias áreas en Gaza se han convertido en zonas de amortiguamiento, mientras que se planea que la ocupada Cisjordania se convierta en bantustanes con la expansión de la confiscación de tierras, un papel que actualmente ejerce el ministro de finanzas de Israel, Bezalel Smotrich.

Advierten que la destrucción en Gaza ha incurrido en pérdidas estimadas en alrededor de 18,50 mil millones de dólares, según informes de la Unión Europea, el Banco Mundial y las Naciones Unidas. Se estima que Gaza necesitaría aproximadamente 70 años para volver a su nivel económico de 2022.

A pesar de esta realidad sombría, también es necesario prestar atención a las graves fracturas dentro de Israel, que se encuentra en un estado debilitado a pesar del apoyo occidental. Su economía y su ejército están tensionados, la moral está sumida en la frustración y su reputación internacional está dañada después de ser acusado de genocidio por Sudáfrica y rendir cuentas ante la Corte Internacional de Justicia.

Este caso ha abierto caminos para ampliar las rutas legales, con aliados como Nicaragua también señalando a Alemania, que ayuda a Israel en el reciente genocidio palestino mediante el armamento, ante la Corte Penal Internacional.

En cualquier caso, la guerra está destinada a persistir indefinidamente, con la parte contraria recalibrando para futuras posibilidades. Se vuelve una necesidad urgente reorganizar las cartas para el lado palestino, que tiene la reclamación legítima.

Desafíos Palestinos: Grietas Internas y el Papel Árabe Ausente

Si se analiza este tema desde esta perspectiva, hay dos grietas que se vislumbran en el horizonte, cuyo impacto negativo no se puede negar en el debilitamiento de la causa palestina:

La primera grieta reside en la propia comunidad palestina. La segunda radica en la postura árabe. Al referirse a la fila palestina, se refiere a tres categorías: el Movimiento de la Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS) liderando la resistencia actual con la participación y apoyo de algunas otras facciones palestinas.

La segunda categoría está representada por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), con Al-Fatah como su pilar principal. Sin embargo, lo más preocupante es la influencia israelí a través de lo que se ha llamado coordinación de seguridad entre la Autoridad Palestina y el régimen de Tel Aviv, lamentablemente a eso se suman los espías y las redes de intereses que Israel ha sembrado y nutrido durante décadas.

La tercera categoría incluye a las masas de personas en la tierra que no están afiliadas a facciones y que tienen el derecho de elegir quién gobierna y administra el país. Este campo no es ajeno a sus diferencias ideológicas, que son naturales y pueden ser toleradas y contenidas dentro del marco del proyecto nacional.

La separación entre HAMAS en Gaza y la Autoridad Palestina en Ramalá representa una herida profunda que no debería persistir, lo que se hizo más evidente durante el reciente ataque israelí a Gaza con acusaciones lanzadas hacia HAMAS.

Aunque algunas facciones de Resistencia, o parte de ellas, se han reunido en lo que se llamó una sala de operaciones conjunta en Gaza, esto fue más un placebo que no sanó la herida. La esperanza radica en la élite inteligente de los palestinos o los intermediarios que han cumplido su deber en otros frentes para cerrar la brecha y acordar la centralidad y continuidad del proyecto nacional.

Si la división palestina debilita la posición de la causa, la ausencia del papel árabe la doblega y desilusiona. Basta con ver la solidaridad de países de África y América Latina en escenas de guerra y manifestaciones ruidosas en muchas capitales del mundo, mientras que no vemos a nadie del mundo árabe protestando en las calles, excepto por artículos en periódicos y voces de radios árabes. Además de eso hay países árabes que colaboran y guardan silencio, y a distancia, lanzan palabras ambiguas y posiciones que han despojado a la “causa principal” de su significado.

Esto no es del todo nuevo. No olvidemos que, en 1948, los Estados árabes enviaron unidades de sus ejércitos a la guerra contra Israel como un gesto de solidaridad, pero fueron derrotados después de que los palestinos fueran neutralizados, y desde entonces el apoyo militar árabe a los palestinos casi se ha detenido.

La gravedad de la ausencia árabe en este momento crítico no solo debilita la causa palestina, sino que también sugiere una ausencia árabe en ambos escenarios: regional e internacional. Lo más preocupante es que esta ausencia se ha vuelto a etiquetar como “moderación” árabe en algunos informes estadounidenses e israelíes.

Una de las ironías tristes es que algunos regímenes árabes han adoptado posturas negativas hacia la guerra en Gaza, influenciadas por antecedentes de desconfianza hacia HAMAS y sus relaciones históricas con los Hermanos Musulmanes, mientras que los partidos sionistas religiosos son socios en el gobierno y el parlamento.

Por Mohsen Khalif