Ambos políticos, en un trabajo claramente asociativo expresaron en sus discursos en la sede de la ONU en Nueva York, la misma retórica ultranacionalista, bélica, iranofóbica y despreciativa sobre el derecho de los pueblos al respeto de su soberanía. Ambos dieron a conocer, que actuarán unidos en la decisión de violar el Plan integral de Acción Conjunta – JCPOA por sus siglas en inglés - firmado entre la nación persa y el G5+1 – conformado por Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra, Francia y Alemania - en julio del año 2015.
El binomio Trump/Netanyahu se ríe del mundo
De esa forma ambos gobiernos desvían la atención sobre los verdaderos responsables del terrorismo en el mundo y en especial en Oriente Medio. El rostro de regocijo de Netanyahu al escuchar las palabras de aliento y apoyo a la entidad sionista por parte de su padre putativo son la expresión de la entrega absoluta de la administración Trump a las presiones del lobby sionista del Comité de Asuntos Público estadounidense-israelí – AIPAC – que digita la política exterior de Estados Unidos. Parafraseando aquella máxima de Winston Churchill: Nunca tantos, vieron a tan pocos, reírse del mundo.
En la Asamblea General de las Naciones unidas hemos sido testigos de una puesta en escena vergonzosa. Un Netanyahu envalentonado por el discurso incendiario de Trump contra Irán a quien acusa de todos los males del mundo, en especial de Oriente Medio. El Premier sionista con su contumacia habitual señaló en su discurso ante la Asamblea General de la ONU el día martes 19 que “agradezco a Estados Unidos su apoyo a Israel. Juntos enfrentaremos a Irán y su amenaza donde es necesario ajustar o cancelar el acuerdo nuclear entre el G5+1 e Irán y detener el desarrollo de misiles balísticos, así como su acciones en la región”
Un mensaje que muestra el enorme temor que el régimen colonialista israelí tiene de Irán y el Eje de la Resistencia liderado por la nación persa, en el apoyo a las sociedades de Siria, Irak, Yemen, Bahréin y su sostenido soporte a la causa del pueblo palestino cuyo territorio histórico es ocupado por Israel desde el año 1948 cuando se crea artificialmente el ente sionista y desde el año 1967 tras la guerra de junio de ese año que permitió la ocupación de la Franja de Gaza – hoy sometida a un férreo bloqueo – y la Ribera Occidental sometida a la presencia de asentamientos ilegales con 650 mil colonos extremistas y un muro de 720 kilómetros que hace inviable la posibilidad de un Estado palestino.
Israel ha utilizado permanentemente la retórica antiraní para ocultar sus crímenes, en especial contra el pueblo palestino y su comprobada intervención en la guerra de agresión contra Siria e Irak, donde ha brindado apoyo logístico, atención sanitaria, entrenamiento y entrega de armas a los grupos terroristas takfirí como EIIL – Daesh en árabe – Fath al Sham – ex Frente al Nusra – y Ahrar al Sham, convertidos en apéndices de la política exterior del régimen israelí en la región.
El Primer Ministro Benjamín Netanyahu, considerado un criminal de guerra y con acusaciones por crímenes de lesa humanidad, recurre a todo tipo de artimañas y medios para ocultar las acciones criminales de la entidad que preside y que es la constituye la mayor amenaza para la región y el mundo. Ya sea por poseer un programa nuclear, que la ha dotado al menos de 200 artefactos nucleares, su política de permanente hostilidad contra sus vecinos, la ocupación de Palestina, la consolidación de su carácter de ente colonial y sus constantes ataques a Irán y ser la punta de lanza de la política exterior estadounidense en la zona.
En el discurso dado por Netanyahu en la Asamblea General de las Naciones Unidas, fuimos testigos del mundo irreal en el cual vive el Primer Ministro Israelí, que con esa conducta arrastra a su sociedad a una crisis sin precedentes. Netanyahu está convencido que “el mundo está abrazando a Israel y que Israel abraza al mundo” tratando de poner como ejemplo que la visita de Trump a Oriente Medio y su encuentro en Tel Aviv, más la gira por las capitales de tres gobiernos aliados del sionismo: Buenos Aires con Mauricio Macri, Bogotá con Juan Manuel Santos y Ciudad de México con Enrique Peña Nieto, representan el ejemplo de un Israel convertida en la niña bonita de la política internacional y que los agasajos y muestras de aprecio de estos gobiernos ultraderechistas son la expresión del sentir de Latinoamérica.
A Netanyahu le gusta que le palmoteen la espalda, se solaza con declaraciones que suelen catalogar a su entidad como la mayor democracia de Oriente Medio. Sonríe placentero y orgulloso cuando Trump le dice al mundo que su alianza con Tel Aviv es inmutable. Netanyahu y su escasa noción de realidad, lo han convencido que el mundo aprueba su política de crímenes contra el pueblo palestino y que cualquier medida que se toma en su contra es parte de una conspiración internacional digitada desde Teherán, con la complicidad de grupos antisemitas y extremistas, que no comprenden el papel que cumple Israel como adalid de occidente.
Netanyahu y su mundo paralelo
Netanyahu vive una realidad paralela, donde sus crímenes contra el pueblo palestino parecieran estar justificados. Donde el robo y saqueo de tierras palestinas es aceptable si se les entrega a colonos judíos de origen ruso, estadounidense, franceses o de cualquier parte del mundo, que acuden gustosos al reparto de tierras, subsidios y armas. Netanyahu hace caso omiso de las críticas que lo señalan como un criminal, no sólo por la política sionista contra los pueblos de Oriente Medio, sino también por la corrupción que aqueja a su familia y a su gobierno. Netanyahu es desde el punto de vista médico un enajenado.
Netanyahu quiere hacer comulgar al mundo con ruedas de carreta, quiere seguir vendiendo la idea de la víctima perpetua, aquel que ha hecho del Holocausto su industria principal como lo afirma el intelectual judío Norman Finkelstein. En el seno de las Naciones Unidas, en su Asamblea General el líder sionista acusó a esta institución de ser “el centro del antisemitismo. Negar el derecho de Israel a existir es antisemitismo lisa y llanamente” señaló con arrogancia, pero con clara ignorancia y desvergüenza. Netanyahu, en este círculo de mutuos halagos que se da con Trump, dio las gracias al mandatario estadounidense por alentar cambios en la ONU “"Gracias por hablar de la verdad de Israel", sostuvo Netanyahu a Trump en su discurso, sin inmutarse y ambos sonrieron con esa sonrisa que sólo pueden esbozar aquellos, que han consolidado una asociación destinada a delinquir en el plano internacional.
Quien reprime y considera al pueblo palestino como seres humanos de segunda categoría nos quiere hacer creer que se le persigue y que el mundo vuelva a apiadarse de ello. Nos llama antisemitas tratando de hacer equivalente la crítica al sionismo con su creencia religiosa o los orígenes de parte de sus habitantes, que son los que podrían reclamar el carácter de semitas. Quien niega al otro el derecho a vivir es justamente la entidad sionista al pueblo palestino, a los cuales ha expulsado por millones de su tierra y les impide el derecho al retorno como lo han establecido innumerables resoluciones de esas Naciones Unidas que tanto le molesta a Netanyahu.
El primer Ministro israelí ha querido enterrar bajo su verborrea difamatoria y falsa, la realidad de una entidad sionista que asesina diariamente a la población palestina, muchos de ellos jóvenes y niños. Es su régimen el que encarcela, deporta, destruye las viviendas y tierras de cultivo en Al Jalil, Al Quds, Beit Jala, Beit Sahour, Tulkarm, Nablus, Ramallah, Jenin y en la Franja de Gaza. Un Israel que asienta a cientos de miles de colonos en tierras que no le pertenecen, que ha encarcelado a centenares de niños palestinos menores de 16 años, que impide el libre desplazamiento de la población palestina, que ha ocupado los recintos sagrados del Islam en Al Quds bajo historias fantasiosas sobre el carácter judío exclusivo de esas tierras. Una entidad que impide el libre desplazamiento de los palestinos con centenares de check points y un sistema de tarjetas, patentes de vehículos diferenciadas según si eres palestino o israelí y carreteras vedadas al pueblo palestino generando un sistema de apartheid tan brutal como aquel que soportó Sudáfrica durante décadas.
En su soflama, Netanyahu se dio espacio incluso para bromear sobre sus periplos internacionales, limitados absolutamente, pero que en su enajenamiento muestran el supuesto brillo de su gobierno y su ideología. “Este último año, sostuvo Netanyahu, he visitado como Primer Ministro todos los continentes y dado la bienvenida en su país a numerosos líderes extranjeros, entre ellos Trump. No he visitado todavía la Antártida, pero un día quiero ir allí (...), porque he escuchado que los pingüinos son también entusiastas defensores de Israel. Ustedes se ríen, pero los pingüinos no tienen dificultad en reconocer que algunas cosas son blanco o negro, están bien o mal”
Para Netanyahu “Desafortunadamente, en decisiones de la ONU sobre Israel ese simple reconocimiento – que otorgan los bípedos animales de la Antártida - está demasiado a menudo ausente" Para este político sionista, un paria internacional, instituciones como la ONU deberían estar pobladas por pingüinos para sí tener aliados imprescindibles a la hora de votar sobre las condenas por la política de asentamientos, que Israel lleva a cabo en los territorios ocupados. Netanyahu espera que las promesas de la administración Trump se cumplan al sostener, a través de su embajadora en la ONU, Nikki Haley que habrá represalias contra cualquier intento de aislar a Israel.
Una ONU conformada por pingüinos es la única forma de impedir el aislamiento de este paria internacional que es Israel o abstenerse frente a las condenas por la ampliación del muro de la vergüenza o las acusaciones de crímenes de lesa humanidad contra una entidad y su Primer Ministro, a quien le calza el término de enajenado pues “le resultan naturales las prohibiciones, las restricciones y la adulteración de los valores. Con la clara señal que no dispone de un conocimiento verdadero de la naturaleza humana” y en ese marco resulta entendible que su discurso en la ONU esté tan alejado de la realidad y tan cerca del odio y el crimen institucionalizado.