Publicada: viernes, 31 de marzo de 2017 10:23
Actualizada: sábado, 1 de abril de 2017 2:40

Como es sabido, el 2 de abril se hará la segunda vuelta de la elección presidencial en Ecuador. Nosotros en Argentina tuvimos una situación similar hace casi un año y medio.

Quiero suponer que es una suerte poder ver el futuro con anticipación. Cualquier ecuatoriano responsable prestará atención a lo que sucede hoy en la Argentina, porque la disyuntiva que enfrenta Ecuador este 2 de abril se parece mucho a la que enfrentó Argentina el 22 de noviembre de 2015. Advierto que esta carta no está dirigida a los que están estupidizados por el fanatismo. Esta carta es para los que hacen uso del raciocinio y entienden que para tomar buenas decisiones lo primero es estar bien informado.

Por eso, sin ninguna duda que para los ecuatorianos responsables será importante conocer lo que sucede hoy en Argentina, a casi 16 meses desde que Macri asumió la presidencia. Si los argentinos hubieran visto esta película antes de las elecciones, Macri no habría ganado. Y de hecho, en junio del año pasado Macri decía: “Soy realmente muy optimista. Si yo les decía a ustedes hace un año lo que iba a hacer y todo esto que está sucediendo, seguramente iban a votar mayoritariamente por encerrarme en el manicomio. Y ahora soy el Presidente”. Debe reconocerse que, esta vez, el mandatario argentino dijo la verdad.

¿Qué pasa hoy en Argentina? 

Hoy en Argentina pasa que la economía se está enfriando y retrocede; que aumenta la desocupación, la indigencia y la pobreza; que los ricos pagan cada vez menos impuestos y los pobres, cada vez más; que hay una inflación que no cede y, por el contrario, se acelera alimentada por aumentos exorbitantes de servicios públicos y precios desregulados; que ha crecido sideralmente el endeudamiento externo e interno; que se han abierto indiscriminadamente las importaciones, destruyéndose así la industria nacional; que la obra pública está congelada; que se atenta contra la salud pública, la educación pública, la vivienda popular, jubilación y seguridad social en general; que el gobierno hace todo para bajar los salarios de los trabajadores; que la tasa de interés es altísima, lo que alienta la especulación y desalienta la inversión productiva; que cada vez más ingresos fiscales se dedican a pagar a la usura nacional e internacional y cada vez menos vuelven, como inversión productiva, investigación, salarios o seguridad social, al bolsillo del pueblo; que se está entregando el territorio nacional a otros países, como Gran Bretaña en el caso de nuestras Islas Malvinas; y que los episodios de represión contra el pueblo son cada día más frecuentes.

Hoy en Argentina pasa que hay un presidente que durante la campaña se llenó la boca hablando contra la corrupción al mismo tiempo que está involucrado en decenas de sociedades off-shore, de empresas fantasma para ocultar fuga de capitales y evasión de impuestos. Hoy en Argentina pasa que hay un presidente que criticaba un presunto “capitalismo de amigos” al mismo tiempo que el presupuesto del Estado está dirigido a beneficiar a los banqueros y a los CEOs que fungen como funcionarios del Estado, que se están enriqueciendo de manera escandalosa. Hoy en Argentina pasa que estas realidades son silenciadas por la conspiración de medios de comunicación antinacionales, a la vez que magistrados afines al actual presidente pergeñan y ejecutan fraudes jurídicos para montar, en sincronizazión con la prensa canalla, un relato sensacionalista que exagera y sobredimensiona los hechos si ocurrieron, o directamente inventa y fabula si los hechos no existieron, todo para difamar a los enemigos políticos, haciendo periodismo de guerra.

La “pesada herencia”

El gobierno de Macri dice que todo lo que pasa es resultado de una bomba de relojería que dejó armada el anterior gobierno para que explotara ahora. O sea: todo este descalabro es por culpa del anterior gobierno y, según Macri, lleva tiempo poder revertir el “desastre” que encontraron.

Con sólo investigar un poco nos daremos cuenta que todo eso es mentira. Lo que los macristas llaman la “pesada herencia” no es más que una construcción virtual, una maniobra comunicacional para encubrir que en realidad no hubo ninguna herencia difícil a la que sobreponerse, sino que el plan de Macri es, deliberadamente, convertir a la Argentina en una colonia, reduciendo todo lo posible el valor de lo argentino (se trate ésto de la fuerza de trabajo, los bienes de capital e infraestructura o los recursos naturales) para que el país pueda ser fácilmente apropiado por los poderes extranjeros con los que Macri y las oligarquías parasitarias se encuentran íntimamente unidos.

Es cierto que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no fue infalible y que había mucho por avanzar para lograr un país con verdadera justicia social, pero también es cierto que no por eso se trató de un gobierno aborrecible al que resultaba necesario cambiar a cualquier precio. Por el contrario, fue un gobierno de protección de la industria y de promoción del mercado interno, de controles a los monopolios y fomento de la intervención reguladora, promotora y reparadora del Estado, de aumento de la inversión pública en todos los órdenes y de arbitrio relativamente razonable para lo que es el mundo de hoy entre los intereses del lucro capitalista y los derechos de los trabajadores; todo lo cual redundó en una tendencia general positiva, de indudable avance nacional, donde aumentó la producción, subió sensiblemente el empleo y el poder adquisitivo de los salarios y se produjo un evidente desendeudamento externo en relación con el producto interno. En el plano internacional fue un gobierno que promovió relaciones con todos los países y especialmente con Latinoamérica, hacia un mundo multipolar que tienda al equilibrio entre las naciones.

Esto que estoy describiendo es una realidad tangible, demostrable con sólo repasar lo publicado y con sólo rememorar lo vivido. Pero la “prensa canalla” sencillamente ignora los hechos, ignora la Historia, y despliega un relato que pretende “reformatear” el sentido político de las percepciones. Es lo mismo que sucede con las drogas: a una persona narcotizada con drogas potentes es posible amputarle una pierna exactamenter en el mismo momento en que su psiquis está adormecida o, más aún, experimentando sensaciones alucinadas agradables. Hoy en Argentina hay muchas personas que, alimentadas monopólica y repetitivamente por un relato fantástico, sostienen con énfasis los “argumentos” sobre la “pesada herencia”.

En este video de la intervención del 21 de marzo pasado del diputado y ex ministro de Economía de la Nación, Axel Kicillof, al Jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña, en la Cámara de Diputados, Kicillof destaca varios datos estadísticos oficiales que prueban la mentira del relato macrista:

Transcribo totalmente la alocución de Axel Kicillof porque entiendo que es muy clara al respecto (los subrayados son míos):

“Señor jefe de gabinete, la verdad es que se han conocido en estos últimos días, ayer más precisamente, los datos del producto bruto interno, o sea, la evolución de la economía argentina en lo que hace a producción y valor agregado del último año. Usted sabe que hubo una caída de 2,3% según los datos que estamos estudiando que proporcionó el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, que es el organismo oficial de estadísticas en Argentina. Aclaración L.D.G.), pero lo que le quiero decir es que la proyección que dio su gobierno para el año pasado fue de 1% de crecimiento, es decir que le han pifiado de punta a punta, y además esto viene acompañado con algo que Usted repite pero es falso, que es que veníamos sin crecer no se cuantos años. Concretamente el año 2015, datos de la misma fuente, el crecimiento fue 2,6% positivo, de forma tal que lo que lograron ustedes es revertir un proceso de crecimiento y convertirlo en un proceso de caída sin saber porqué ni cómo, por eso habían proyectado un crecimiento de la economía, así como habían proyectado una inflación de 20-25 y les dio 41%, es decir que el año pasado gobernaron a ciegas. Sinceramente: o se equivocaron en todo o hicieron todo mal o no sabían o no entendieron, no sé, y esa es una pregunta que le hago, porque además los datos del INDEC dan una revelación muy clara, a Usted que le gusta hablar de herencias y herencias: la verdad es que ustedes abrieron las importaciones. Fue la primera vez desde el año 1975 que cae el producto bruto interno, o sea, cae la actividad, y suben las importaciones. Hay que hacer magia para eso. Hay que hacer magia en la economía: todos saben que las importaciones dependen del producto pero ustedes lograron hacer caer la actividad y aumentar las importaciones. Por eso hay crisis en buena parte de la industria, de la misma manera que es mentira que en los últimos cinco años antes de que llegaran ustedes no se crea empleo: la verdad es que ustedes han destruído mucho empleo, todavía no el suficiente para destruir lo que se creó durante los cinco años anteriores. Le doy datos del SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino, donde se registran, entre otros, los aportes que los asalariados hacen a la seguridad social, por lo que se toma también como registro de cuántos asalariados existen en condiciones de legalidad normal, “en blanco”, como se suele decir. Aclaración mía), que son datos oficiales, y que muestran que el empleo desestacionalizado entre noviembre de 2015 a noviembre de 2016, es decir su año, fueron cuarenta mil puestos de trabajo menos, mientras de noviembre de 2014 a noviembre de 2015 fueron 117 mil aportantes más, sin monotributistas, sin ninguna matufia, aportantes más, de la misma manera que desde noviembre de 2010 a noviembre de 2015 se crearon 500 mil puestos de trabajo, 448 mil formales. ¡Mentira: basta de decir que no se creaba empleo! Que lo hayan destruído ustedes, eso es clarísimo, pero no se justifica que tengan que mentirle a la gente. ¡Digan la verdad! ¡Digan la verdad!

¿Y por qué? Este es un programa económico neoliberal, en todos sus puntos. Mi pregunta es qué van a hacer para cambiarlo si quieren tener otro resultados: devaluaron 60%, la inflación fue 40% y el salario estuvo 10 puntos abajo, 6 en algunos lugares, 15 en otros. ¿Cómo quieren que no caiga el consumo? Claro que va a caer el consumo. ¿Cómo quieren no tener un millón de personas en la calle, el 6, 7, 8 de este mes? ¿Cómo quieren no tener hoy cien mil docentes en la calle si les robaron 10 puntos de salario y no se los quieren dejar recuperar? Esa es la paritaria docente, eso es lo único que está en discusión hoy en la Argentina: si van a seguir golpeando a los sectores que menos ganan, con aumentos de tarifas del transporte del 100%, de agua del 300, de luz del 1000%, de prepagas del 60%, de nafta del 42%, tasa de interés del 38%, que después bajaron al 24%. La verdad que ese no es un plan ni para la gente ni para la reactivación. Yo lamentablemente tengo que decir que hay frases que están sintetizando esto. Una de ellas es que ustedes no ven la realidad. Usted no ve la realidad. Usted no ve la realidad: no ve los cien mil docentes que va a haber hoy en la calle, de la misma manera que otra frase que se le atribuye al saber popular pero que es clarísima y que excede todo análisis económico, es que gobiernan para los ricos, por eso le perdonan impuestos a los ricos y se los suben a los pobres. Esa es la realidad hoy de la Argentina así que yo creo, señor jefe de gabinete, que le convendría, porque he visto de nuevo una instalación… yo no se si las cincuenta personas que están ahí afuera son los trolls, los famosos trolls, pero eso, sean o no sean, lo que le digo que más allá de las cincuenta personas que usted trajo, ahí atrás hay cien mil, que están reclamando que abran la paritaria docente. Esa es la realidad; no lo de las redes, no lo de los trolls, no los asesores que trae acá. Muchas Gracias”.

La deuda externa

Un usurero no pretende que el deudor pague y cancele la totalidad de la deuda. Pretende que el deudor viva endeudado, pagando eternamente una deuda que siempre crecerá más que la capacidad del deudor de reducirla y cancelarla. Por eso es usura, porque es como un parásito infiltrado dentro de un organismo al que le chupa la sangre eternamente. Los medios para lograr esta parasitosis constante son las exhorbitantes tasas de interés, que hacen imposible ir reduciendo la deuda, aún esforzándose al máximo para ello. Esto se llama anatocismo, interés compuesto, donde los intereses impagos pasan a formar parte del capital y generan nuevos intereses en una rueda perversa interminable que sólo se interrumpe con un default, momento en el cual el deudor, desahuciado, deja de pagar.

Para poder lograr sus fines el usurero necesita socios que sean del país que se pretende endeudar, es decir, antipatrias que actúen como representantes jurídicos de la Argentina pero traicionen, a cambio de su participación en el botín, los intereses del país. Macri obtuvo la representación de la Argentina a partir de haber ganado las elecciones, pero indudablemente no está defendiendo el interés nacional sino actuando como siempre lo hizo: en contra. Un fugador de capitales y evasor de impuestos mal puede tener conciencia nacional. Toda su vida es un testimonio de la estafa al Estado y la Nación.

Cuando fue el default del 2001, en un país con generalizados y graves disturbios sociales, la Argentina tenía la opción de nunca volver a pagar por una deuda indudablemente ilegítima e ilegal (¿cómo pueden ser legales los actos de una banda de sediciosos como los golpistas de 1976, que en seis años incrementaron el endeudamiento externo de Argentina en el 1000%, lo que fue luego validado por los presidentes surgidos de elecciones?).

Cuando la Argentina entró en default en el año 2001, eso significó que el esquema de retroalimentación de la deuda externa había entrado en crisis en sus propios términos, interrumpiéndose. En aquellos años del pos-default, y desde siempre, yo personalmente nunca estuve de acuerdo en pagar la deuda externa, y esa posición me llevó a oponerme a la estrategia de renegociar, razón por la cual fui un crítico a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner durante sus primeros diez años de mandato. En cualquier caso, la larga resistencia popular de la década del ‘90 del siglo pasado generó una relación de fuerzas que le permitió a Néstor Kirchner renegociar la deuda impaga en los mejores términos posibles (siempre sin transgredir las leoninas reglas de juego imperantes a nivel internacional). Lo concreto es que la Argentina redujo objetivamente la relación entre el producto bruto y la deuda externa, fenómeno que se explica por el crecimiento de la capacidad productiva y el pago de los intereses y capital de la deuda renegociada. Por un lado se fue incrementando el poder productivo nacional y por otro se fue reduciendo la proporción de deuda externa en relación con el producto. Junto con Cristina Fernández de Kirchner deshipotecaron la Argentina, conquistando una apreciable soberanía nacional sobre la conducción de la economía del país. En términos metafóricos, lo que ocurrió fue casi una manumisión…, casi…, si no fuera porque llegó Macri.

Es cierto que la deuda del Estado con sus acreedores internos, nominada en pesos argentinos, en esos tiempos kirchneristas de todas maneras bien hubiera podido caracterizarse dentro de una lógica usuraria, pero en este campo de batalla ubicado estrictamente dentro de las fronteras del país (en caso de litigio, el mismo se desenvuelve dentro de Argentina, en sus tribunales) un Estado nacional conducido por una voluntad política firme y verdaderamente democrática podría ir cambiando las condiciones generales del crédito interno (que es lo que la conducción económica de Axel Kicillof estaba comenzando a cambiar) y siempre tendría el poder suficiente para renegociar, periódicamente, los términos de la relación financiera sin sacrificar los derechos fundamentales del pueblo, en lo que constituye, indudablemente, una proposición de resolución reformista de la crisis.

En plano internacional Argentina había logrado, además de la adhesión del 92,4% de los acreedores al canje de los bonos defaulteados, el apoyo de 128 sobre 193 miembros de las Naciones Unidas (casi dos tercios) contra la oposición de sólo 16 estados (los demás se abstuvieron) cuando se aprobó la creación de un marco legal multilateral de reestructuración de deudas soberanas. O sea que en 2014 Argentina tenía un gran apoyo internacional para enfrentar al 7,6% de los acreedores hostiles que pretendían seguir cobrando la deuda en mismos términos usurarios sumamente abusivos originales, porque habían comprado los viejos bonos en default a precio de liquidación, justamente para hacer la maniobra, con socios como el juez municipal de Nueva York, Tomás Griesa, de cobrar, gracias a la sentencia del juez “amigo”, el total de la deuda, como si el default nunca hubiera existido.

Al final del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner la manumisión estaba al alcance de la mano: la libertad no se había conseguido a través de una revolución y de una guerra de liberación nacional, sino mediante un precio en especie a pagar para obtenerla. Para muchos puede resultar una forma ingloriosa de salir de la esclavitud, pero más allá de consideraciones políticas de ese tenor, lo que no cabe duda es que Argentina estaba cerca de comprar, efectivamente, su libertad, la que los amos estaban dispuestos a concederle porque había pagado. Esto es decir: sin dejar de cumplir determinadas reglas de juego, la Argentina había construído una situación favorable en ese sentido… Pero justo llegó Macri.

Los usureros lograron, con la victoria de este curioso sacerdote del neoliberalismo que es Macri, que esa libertad que estaba relativamente cerca, nuevamente se escurriera como agua entre las manos pero… ¡después de haber pagado por ella!!! Resultó un negocio redondo para los fondos buitres y una humillación absoluta a la pretendida “viveza criolla” de los argentinos: para el mundo no hay un ejemplo de país más estúpido que el que hace como aquél esclavo que paga por su libertad y luego, con la puerta de la celda abierta, rehusa salir del encierro. Por supuesto, esta triste realidad de Argentina no es gracias a los que votaron a Scioli, sino precisamente gracias a los burgueses, pequeño-burgueses o directamente desclasados (sin dudas que me refiero a lo subjetivo, porque por sus ingresos, los desclasados seguramente hoy, con Macri, están sumergiéndose aún más en la pauperización, como nuevos subocupados, desocupados o mendigos) que, por su crasa y grosera ignorancia política, por su fanatismo gorila, por su egocentrismo demagógicamente alimentado por las maniobras comunicacionales del imperio, votaron a Macri o se abstuvieron en la segunda vuelta, permitiendo así el ascenso de un vendepatria al poder.

Responsabilidad política

Si las decisiones electorales de los ciudadanos tuvieran consecuencias sólo individuales, ahora los que votaron a Macri y fueron engañados (o no) deberían, si tuvieran algo de coherencia, estar contentos mientras les reducen el poder adquisitivo de sus salarios, mientras aumentan sideralmente los servicios, o mientras los dejan sin trabajo. Se lo merecerían por irresponsables políticos, por perezosos mentales o por idiotas manipulables; no importa la etiqueta. El problema es que, desgraciadamente, este mundo sigue siendo muy injusto y entonces, por (i)responsabilidad de los que votaron a Macri, hoy las calamidades no las sufren sólo los macristas, sino que las sufren, y más aún, por una cuestión es extracción social más humilde, los que en su mayoría votaron a Scioli (aunque lo hayan hecho así sea como único medio -el voto en blanco constituyó un testimonialismo soberbio, por inconducente- para evitar el ascenso del vendepatria).

Es en este punto donde yo, como argentino, interpelo a cada ecuatoriano a que no sea un estúpido, a que razone, a que no se deje manipular por los peores, y sepa discriminar lo personal de lo político, y sepa separar las características peculiares de cada actor político (que inevitablemente tendrá defectos, y en muchos casos imperdonables), de la correcta dirección general del país. Y para poder hacer esa diferenciación es necesario poder crítico, información, determinación intelectual, curiosidad política, realismo.

Hoy en Ecuador hay dos opciones: ni cinco, ni cuatro, ni tres, ni diez… dos. Y en este punto yo prefiero, para viajar en un barco, elegir un capitán difamado y vilipendiado pero que capaz de evitar que el buque se hunda, a viajar con un capitán del que los malintencionados hablan muy bien pero que no trabajará, sin ninguna duda, para evitar que la nave se vaya a pique sino que, justamente, será el conductor que hundirá el barco a propósito para poder, con los piratas, saquear sus tesoros. Eso es lo que Macri hoy está haciendo.

Por eso, para cada vez más argentinos el agua está muy helada, letalmente helada y, como pasó en el Titanic, sólo hay barcos salvavidas por los oligarcas que, además, se están quedando con el botín que le roban a los náufragos. Fue un 22 de noviembre de 2015 que la gloriosa Argentina, por decisión de la mayoría de sus pasajeros, principalmente de los que viajan en primera y segunda clase, se dirigió rauda contra el témpano y su casco fue desgarrado, comenzando a hacer agua de manera alarmante.

A los argentinos nos queda la esperanza de que los sobrevientes reconstruirán, quizá desde una isla desierta, el barco con el que naveguemos una vez más, y con más convicción y ahínco, hacia nuestros sueños.

Vos, ecuatoriano, tenés la suerte de poder ver la película antes de tomar tus decisiones. Yo te digo que no seas tonto: no te dejes “enlassar” como vaca boba; no elijas al Macri de Ecuador, que se llama Guillermo Alberto Santiago Lasso Mendoza. ¡Pensá!!!

Capaz que Lenín Moreno no sea el mejor capitán del mundo, capaz que sí, pero más allá de matices, todo es posible mientras el barco está a flote. Si hay naufragio, es que ya será tarde. Y Lasso es el naufragio de Ecuador.

Ecuatoriano, te lo digo con la mejor intención: si no votás por Lenín Moreno, dentro de unos meses vos también vas a conocer, como los argentinos hoy, qué fría que se siente el agua helada.