Y esta acción consolida la hipótesis que, de darse efectivamente una oposición cruenta al interior, provocará una fractura civil de la nación con previsibles resultados.
Como se ha develado, la oposición demócrata, la Gran Banca y el complejo industrial militar han iniciado un proyecto para atacar a Donald Trump durante su periodo presidencial con el fin de posibilitar su destitución, el fracaso como mandatario o su derrota mediática, impidiendo desarrollar su programa y debilitando medidas en el plano internacional, por ejemplo, que podrían conducir a la paz mundial o su merma bélica.
En este sentido, ya descubierto que las “manifestaciones multitudinarias” contra Trump han sido orquestadas artificialmente, se conoce que más de 100 poderosos donantes dirigidos por el magnate George Soros y seis de los siete candidatos para liderar el Partido Demócrata se han reunido para preparar el juicio político (impeachment) al presidente. David Brock, que trabajó para Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de 2016 y organizador de la reunión, realizó un memorándum con el plan de acción para combatirlo en los próximos cuatro años determinando que la American Bridge, una organización especializada, cumplirá dicho papel. Para el efecto, el equipo cuenta con 25 investigadores, 16 miembros del equipo de comunicaciones, un grupo de monitoreo de seis medios de comunicación, entrenados en vigilar las políticas de la Administración y sus aliados, buscando presuntos vínculos con Rusia. La campaña deberá ser agresiva, engañosa y sin pausa, aprovechando el material y financiación existente que cuenta con 20.000 horas de videos, 289 libros de investigación y 7,8 millones de dólares iniciales.
La razón fundamental de esta actuación es dual: por una parte, aún no pueden asumir que fueron vencidos gracias a una magistral estrategia electoral de Trump, lo que les ha producido desde lo humano síntomas depresivos, ira en grado extremo, bipolaridad y, sobre todo, un deseo de castigar al supuesto culpable de su fracaso internacionalmente conocido. No es lo mismo ser destrozado y cuya noticia se expanda en círculos limitados a que el planeta entero conozca de su descalabro inocultable.
Por otra, la guerra es una opción que siempre se ha mantenido como constante en los círculos del poder y que un advenedizo comience a cambiar dicha visión es un atentado a una tradición inocultable. Por ello, cuestionar a la OTAN y disminuir la histeria sobre la “amenaza rusa” se convierte en causa suficiente para confrontar a su Administración. La culminación del TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica), por Trump, ha sido un golpe mortal a quienes legalizaron el trabajo precario y creyeron que podían obligar a los países a presentarse en Cortes agiotistas por sobre la soberanía nacional, especialmente develado gracias a la filtración de Wikileaks denunciando que restringe el acceso libre a internet, las libertades digitales, obstaculiza el acceso a fármacos genéricos e incrementa el precio de los medicamentos, pone límites al libre acceso al conocimiento, conculca derechos de los consumidores, entre otros elementos de grave afectación a los pueblos.
Lo que están haciendo ahora (la conspiración o centro de pensamiento ideológico-operativo), tiene una larga historia ya comprobada en otras naciones donde, además de desestabilizarlas, han generado golpes de estado, asesinatos, debacle económica, aprovechamiento de sus recursos naturales, implantación de gobiernos autoritarios, control de la producción, entre otros flagelos a la Humanidad. La “experiencia” es muy larga: desde la aplicación de armas tóxicas a poblaciones inermes como en Vietnam, pasando por el Plan Cóndor para América Latina (con más de un millón de muertos por represión), el juicio político a Dilma Roussef y Nicolás Maduro, hasta la creación de conflictos de alta dimensión como en Ucrania o la crisis del Medio Oriente apoyando al terrorismo. Por ello, dicha organización tiene un arsenal ya probado como eficiente y no es descartable la hipótesis de David Horowitz según la cual los demócratas se plantearían la idea de crear un gobierno paralelo en el exilio (similar a aquellos generados para desestabilizar naciones soberanas como Siria).
Obviamente es innegable que el presidente es parte de un sector poderoso que maneja una concepción conservadora fuerte y se desprende, entonces, un proyecto que acepta el “neoliberalismo-proteccionismo” y la intervención con tácticas de propaganda o militares imprescindibles. Lo que no obsta para tener contradicciones en el campo bélico-comercial con grupos transnacionales que ven lesionados sus intereses, lo que consideran una afrenta a sus privilegios ya que poseen una sólida estructura de poder que los protege.
No sin razón, Madonna se ha atrevido a decir en un acto público que sería conveniente detonar la Casa Blanca…sin que sea enjuiciada por incitar a la violencia y el asesinato de una persona. Por el contrario, a todo aquel que sea transparente y muestre la realidad será perseguido como delincuente, amparado en el Ministerio de la Verdad, según Orwell, puesto que mentir es la luz. Es preciso considerar, como lo sostiene Ignacio Ramonet, que vivimos en una era de la “posverdad” en la que la práctica de la mentira, del fraude intelectual y engaño descarado, no es sancionado en términos de credibilidad ni de imagen.
Lo preocupante es que, hasta este momento, en términos concretos no se conoce cuál es su posición sobre diversos temas, exceptuando la retórica, pues en el caso del acuerdo nuclear del G5+1 sería un punto a discutir. Sin embargo, la sólida posición del gobierno persa da tranquilidad al mundo.
Tal vez la frase del actor y activista estadounidense Danny Glover: "Trump no provocó la desestabilización en Oriente Medio o en América Latina", sirva a tanto crítico interesado que esconde quien originó dicho caos y tragedia intentando hacer creer que con Obama todo fue correcto, sin desconocer la responsabilidad que tendrá este nuevo mandatario en el presente de EE.UU.