Ese mundo cambiante, los desafíos de una Turquía que anhelaba entrar de lleno en el club europeo pero teniendo parte importante de su cuerpo en tierras de Oriente Medio y el resurgir de potencias en la región que comenzaron a disputarle el sitio a una Ankara que se creía sostenida firmemente por el bloque occidental, fueron los elementos catalizadores para que, a partir del año 2002 comenzase a desarrollarse un nuevo paradigma político en el seno de la clase política dominante en Turquía: el Neo-Otomanismo y que en los últimos años, sobre todo tras los acontecimientos que marcaron levantamientos sociales en países del Magreb y Oriente Medio, ese sello del nuevo renacer imperial otomano ofrece una radicalización de la línea discursiva que planteaba el Neo-Otomanismo, obviando aquella idea utópica de cero problemas con los vecinos y los deseos, ya no ocultos de recuperar su antigua zona de influencia, bajo el concepto que signa al Neo-Otomanismo: el de la Profundidad Estratégica
Esta política exterior post año 2011 la sigo situando en el marco del Neo-Otomanismo, pues expresa la esencia de los objetivos de expansión de Turquía, su clase política y militar, vislumbrada, pero que se mantenía oculta bajo ciertos mensajes tranquilizadores de los gobiernos del Partido de la Justicia y el Desarrollo desde el año 2002 hasta hoy, que llamaban a la cooperación regional, el diálogo y aceptación mutua a partir de las diferencias . Esa política exterior debe lidiar con vecinos situados al oeste que representan la avanzada de la Unión Europea como Grecia y Bulgaria como también con una amalgama de países situados al sur y al este donde cristianos, judíos, musulmanes y sus diversas corrientes convergen en una de las zonas más inestables del mundo. Una región donde los intereses hegemónicos de occidente se dejan sentir como en ninguna otra parte. Donde el petróleo, el gas, la geografía, la religión y la política se entrecruzan cotidianamente.
Turquía y esa contradicción interna, que la sacude desde que fuera establecida desde las cenizas del imperio Otomano por su padre fundador Mustafá Kemal Atatürk, lo hace participar activamente de los conflictos que sacuden Oriente Medio, sobre todo como miembro activo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN - mientras su corazón ansía ser recibido en el seno de la Unión Europea, cumpliendo para ello todas las tareas que le son encomendadas en el plano político, económico, militar e incluso en materias de procesos migratorios, como se ha confirmado en los acuerdos del año 2015, que muestran a Ankara recibiendo el apoyo económico de Bruselas, siempre y cuando se convierta en el tapón oriental del flujo de migrantes a Europa.
DEL KEMALISMO AL NEO-OTOMANISMO
Hablo de una Turquía contradictoria, con fuerte tutelaje de la casta militar, que a pesar de transcurridos ya 100 años desde la fundación de la actual Turquía se siguen considerando los guardianes del Kemalismo, que no es más que la ideología basada en los principios del fundador del país: Mustafá Kemal Atatürk y que sintéticamente se pueden representar en seis principios: Republicanismo, nacionalismo, estatismo, populismo, laicidad y reformismo. Pero, ninguno de ellos, por si sólo representan a un kemalismo, que además se preocupó de dinamizar una Turquía, que agonizaba bajo el imperio otomano y su posterior caída.
Hablar de kemalismo es dar cuenta de una política de acercamiento a Europa, un alejamiento del Islam y sobre todo de Oriente Medio de Oriente y del panturianismo. La Turquía moderna definida como secular, unitaria y constitucional estableció su moderno sistema político el año 1923 cuando el agonizante Imperio otomano “el hombre enfermo de Europa” como se le denominaba, previo a la Primera Guerra Mundial, dio sus últimos estertores y da paso a la República de Turquía en manos de Atatürk como el gestor de una Turquía de nuevo cuño.
Ese kemalismo original vivió bajo el mencionado tutelaje militar, que lo ha hecho intervenir en cuatro golpes de Estado clásicos y otras tantas intentonas golpistas. Golpes que se enmarcan en la doctrina y visión militar del Ejército turco de hacer frente a ciertas amenazas que el mundo castrense considera necesarios de contener so pena de perder esta noción de república laica: El islamismo, el separatismo kurdo y la inestabilidad política. Cada uno de esos fundamentos ha sido causa suficiente para que el ejército intervenga cuando sospecha que algún enemigo, imaginario, efectivo o simplemente usando los recursos de Bandera Falsa pueden desbordarse y debilitar la República.
Es interesante destacar que si bien ese ejército habla de una república laica y la necesidad de preservarla, hablamos de un Estado, conformado mayoritariamente por musulmanes. Elemento central que va a signar la idea y praxis de la sociedad turca, el actuar y la vida cotidiana de los 80 millones de turcos, por tanto hablar de un partido o movimiento que refleje el kemalismo resulta lejano, incluso en el partido de gobierno el Partido de la Justicia y el Desarrollo – AKP por sus siglas en turco - de Reccep Tayyip Erdogan, que sueña más en restaurar glorias pasadas del imperio otomano que de representar una Turquía al estilo de las democracias representativas occidentales, que sigue signando su quehacer político cotidiano pero fuertemente tensionado por los avatares de los sucesos en Oriente Medio, hábitat natural de Turquía.
Hoy, la Turquía del tercer lustro del Siglo XXI se debate entre estas nociones que han marcado sus 92 años de vida: el Kemalismo y el Neotomanismo, a pesar que analistas internacionales hablan de cierta superación del neootomanismo, mi visión es que esa doctrina está más vigente que nunca, a pesar de las tensiones subyacentes en su escenario regional. Sobre todo porque este neootomanismo tiene en su seno una ambiciosa visión estratégica – que se supone centrada en cero problemas con sus vecinos - que cataliza las acciones turcas en materia de no temer enfrentar a rivales aparentemente superiores como es el caso de la Federación Rusa en materia de sus mutuas acciones en suelo sirio: uno, el turco, destinado a agredir a la República Siria a través de ataques implementados por grupos terroristas takfirí apoyados por Ankara, la irrupción de tropas en territorios sirio e iraquí y el otro, la Federación Rusa, inmersa en el conflicto con el decidido apoyo al gobierno de Bashar al Assad, junto a la alianza con Irak y la República Islámica de Irán.
La realidad geoestratégica efectivamente tensiona el Neo-Otomanismo en sus aristas de “Profundidad Estratégica y Cero Problemas con los vecinos” lo cual resulta una ficción en una región donde las alianzas se tejen en función de intereses, objetivos y realidades disímiles. Ese Neo-Otomanismo toma para si esa visión del Panturianismo que Atatürk desdeñaba – esa versión turca de otros proyectos expansionistas que conoce la historia basado en argumentos étnicos como el sionismo, el pangermanismo o el paneslavismo - Hablar entonces de cero problemas en esa realidad, resulta así una falsedad. Algo imposible de llevar a la realidad, sobre todo porque los gobiernos del AKP han tenido como objetivo, el recuperar el papel de Turquía como potencia regional, sustentado históricamente en lo que fue el Imperio Otomano que extendía su dominio desde parte del Magreb, el Golfo Pérsico y desde La Meca hasta los Balcanes y el Cáucaso. El cero problema con los vecinos se presenta así, más como un discurso de buenas intenciones que la posibilidad cierta de llevarlo a cabo sobre todo tras los actuales acontecimientos que visualizan una Turquía con afanes claramente expansionistas.
LAS CONTRADICCIONES DEL NEO-OTOMANISMO
La visión del Neo-Otomanismo tiene su sustento académico a través del trabajo del actual Primer Ministro Ahmed Davutoglu, considerado a través de su trabajo académico y político como el artífice de la Teoría del resurgir de glorias pasadas. Ministro de Relaciones Exteriores de Turquía desde 2009, Ahmet Davutoglu, es considerado el padre que rige hoy, con mayor énfasis e ínfulas de potencia regional, la nueva orientación de la política exterior turca desde la llegada al Gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo y su líder Recep Tayyip Erdogan, en 2003. Davutoglu hizo de su trabajo académico un valioso acopio de información, sobre todo en estudios comparados entre las teorías políticas de occidente y aquellas derivadas del Islam, el uso de la historia del Imperio otomano, sacando de esa cocina intelectual una receta que ha puesto en práctica los gobiernos del AKP.
A Davutoglu se le reconoce el acuñar el concepto de "profundidad estratégica" de Turquía. Noción, que en la teoría, significa ahondar sus relaciones y hacerlo en virtud de prioridades diplomáticas, económicas de cooperación y militares, con su entorno inmediato: países árabes y musulmanes tanto de Oriente Medio como de Asia Central, como también los países balcánicos y aquellos situados en el Cáucaso Sur. Una visión mucho más amplia que la meramente europea del Kemalismo y que resume realismo y oportunismo político. Los planteamientos de Davutoglu llamaron rápidamente la atención de Erdogan y del Partido de la Justicia y el Desarrollo que ganó arrolladoramente las elecciones generales del año 2002. Davutoglu pasa así a formar parte del núcleo de hierro del AKP y asesor principal de Erdogan en materia de política exterior y considerado su eminencia gris.
El Neo-Otomanismo inicia así un trabajo de entendimiento con sus vecinos, incluso en ese entonces Siria- Desempeña un papel activo en el conflicto palestino con relación a la entidad sionista, sobre todo aprovechando la sensible caída de la influencia egipcia y el peso cada día más disminuido de la política exterior saudí. Davutoglu en ese entonces hablaba, sin ambages de “nuestros hermanos palestinos”. Incluso el AKP estableció un diálogo abierto con el vencedor Movimiento Hamas en las elecciones que lo llevaron al poder en la Franja de Gaza el año 2006. La confianza política de la dupla Erdogan-Davutoglu los llevó, incluso, a ofrecer su mediación el año 2010 entre Estados Unidos y el gobierno de Irán en materia del programa nuclear pacífico de la nación persa, coincidiendo que si un programa nuclear tiene objetivos pacíficos, las naciones tienen todo el derecho de desarrollarlos. Tal postura implicó duras recriminaciones de Washington, empeñado en acabar con el programa nuclear iraní a toda costa.
El paradigma político instaurado por la dupla Erdogan-Davutoglu, bajo el nombre de Neo-Otomanismo se empeña así en instaurar una zona de estabilidad para la pretensiones trucas. Una idea que comienza a tejerse desde el año 2002 a la fecha, con todos los bemoles y aparentes contradicciones vividas tras el comienzo de la agresión a Siria, la caída de Muamar Gadafi en Libia, el derrocamiento de los hermanos Musulmanes en Egipto, el papel agresor de la Casa al Saud, en Bahréin y Yemen, las acciones del terrorismo takfirí en Irak y Siria. Indudablemente que el alejamiento del Kemalismo le permitió a Turquía abrirse claramente a sus vecinos de Oriente Medio lo que ha ido modificando también sus nociones respecto a la seguridad en la región, en ocasiones más reacia y en otras abiertamente más cooperativa.
Mirado en los planos mencionados anteriormente, efectivamente, el Neo-Otomanismo iba cumpliendo su agenda de trabajo explicitada por Davutoglu: “Nuestra política exterior ya no sólo se concentra en un único asunto, sino que es de amplio alcance…no permaneceremos obsesivamente pendiente de lo que la UE decida. Davutoglu a inicios del año 2010, ya como flamante Ministro de Relaciones exteriores, en una reunión con el cuerpo de embajadores turcos diseminados por el mundo dictó las directrices de la que serían las relaciones internacionales turcas, con nuevos principios y pauta. En ese encuentro se consignó lo que pasaría a denominarse la Doctrina Davutoglu, que en esencia implica:
- Turquía debe adaptarse a la realidad dictada por la postguerra fría
- Turquía no estaba para inclinarse a uno u otro eje de poder en la zona, debería construir su propio eje y radio de influencia.
- Las crisis regionales dan la posibilidad de mostrar el poderío turco, no sólo mostrar un “poderío blando· sino también el “poderío militar”. De esta manera la idea del cero problema cae por su propio peso.
Indudablemente, esta voluntad de mayor presencia significaría más problemas, posibilidades ciertas de antagonismos armados pues el alcance regional choca, inevitablemente, con otros poderes regionales y globales. El Neo-Otomanismo, por tanto, no desaparece, sino que cataliza su esencia de búsquedas de poder y hegemonía regional en forma más visible, menos dulcificada con ideas de “cero problemas” o “buscamos relaciones de cooperación con nuestros vecinos”. Se radicaliza y dejaba la contención del Kemalismo y de la primera etapa de gobierno del AKP para entrar de lleno en la disputa política por una región, que inevitablemente, evocaba a las antiguas posesiones del imperio Otomano y que reflotaba bajo el concepto de “profundidad estratégica” esa noción claramente derivada de la época del Imperio Osmanlí.
El Neo-Otomanismo, como paradigma aún no es reemplazado por una doctrina que pueda clausurar su período histórico, como si lo hizo este con el Kemalismo. En este plano no se puede soslayar la importancia de la Teoría de la Profundidad estratégica de Davutoglu, una tesis considerada muy sencilla pero que trasunta toda la complejidad de la Turquía moderna: “…la política exterior turca ha carecido de equilibrio y ha puesto excesivo acento en sus lazos con Europa Occidental y Estados unidos con el consiguiente descuido de los intereses de Turquía con relación a otros países, particularmente en oriente medio. Turquía debe redescubrir su legado imperial y buscar un nuevo consenso nacional donde puedan convivir las múltiples identidades de Turquía”.
Ha sido, claramente, esta doctrina la que ha llevado a Turquía a actuar de la manera que lo ha hecho respecto a Siria e Irak en el plano externo, y su propia política con relación a los Kurdos y el PKK. Bajo el marco de la recuperación de la autoconfianza el régimen turco trata de estelarizar un papel en el plano estratégico, geopolítico e histórico que supuestamente – según el Neo-Otomanismo – se ha rehusado desempeñar. Autoconfianza que asume el gobierno turco como la necesidad de mostrar las garras cuando hay que mostrarlas, que le permitiría a Turquía mostrarse como una potencia regional donde la visión estratégica en el plano político y cultural refleja un alcance más allá de las fronteras de Oriente Medio.
De un interesante estudio sobre el Neo-Otomanismo del autor Fernando Prieto Arellano “la sorprendente recuperación del antiguo hombre enfermo. El Neo-Otomanismo, como eje y catalizador de la nueva política exterior de Turquía” es posible extraer que indio al factor de confianza al que he hecho referencia y que choca con ese kemalismo más al interior turco, de su cultura y política y por ende contrario a cualquier aventura en el plano de la región de oriente medio, debemos sumar el factor de armonía, al menos en el plano de la teoría, entre el Kemalismo y el Neo-Otomanismo en el sentido de abrazar también la cultura europea – tan arraigada y sueño pretendido por el Kemalismo – junto a su hábitat natural como es Oriente Medio y Asia Central. Sumemos a ello el factor de acomodamiento entre el patrimonio cultural e histórico otomano con las necesidad de una Turquía moderna, que trata de armonizar el nuevo papel de la República Turca en Oriente Medio, alejado de la concepción de gendarme, que significa, por tanto ejercer políticas blandas pero, que sin embargo distan mucho de la realidad de una Turquía sumergida en procesos bélicos en Siria, en Irak, al interior de su territorio e incluso en zonas donde claramente la influencia rusa se hace sentir con fuerza.
Así, soy un convencido que el Neo-Otomanismo está más vigente que nunca, no sólo como teoría ya, sino que claramente en ascenso en materia de política exterior turca. Esto, a pesar de la presencia de elementos nuevos que hay que considerar, sobre todo a partir del año 2011, hay que reconocer la influencia que tiene el Islam Político en el empuje agresivo que comienza a tener Turquía bajo la dupla Erdogan-Davutoglu. No coincido con la apreciación que existe un alejamiento de la doctrina del Neo-Otomanismo impulsado en Turquía a partir del año 2002, creo más bien que existe un relanzamiento de esta teoría, ahora bajo nuevos parámetros, más agresivos, menos basados en el enmascaramiento de ciertos conceptos como el de cero problemas y relaciones de cooperación con los vecinos, que nunca fueron parte esencial de la política turca como queda demostrado con su práctica política y militar en la región.
Turquía es hoy en el plano interno un país que marcha hacia la conformación de un Estado policial, autoritario y tremendamente sectario: con el cierre de periódicos, la represión a la minoría kurda, la instalación de una política donde sólo cabe el AKP. La supresión llevada a cabo contra cualquier tipo de disidencia, sobre todo partir del atentado de bandera falsa de Ankara el pasado mes de octubre. Y, en el plano externo con su agresión a Siria, su apoyo a grupos salafistas, su papel como control de migrantes, la punta de lanza de la OTAN contra Rusia, , su irrupción en territorio iraquí, su abandono de la causa palestina y la conformación de una triada valedora del terror en la zona junto a Tel Aviv y Riad; son muestras más que elocuentes de la misión que creen desempeñar los gobernantes turcos en la región: reflotar el antiguo esplendor otomano pero, sin considerar en ello los enormes problemas que enfrentará, bajo esta doctrina u otra.
Me refiero con lo mencionado, a la situación del pueblo Kurdo con relación al concepto y praxis de la profundidad estratégica, ya que a Ankara no sólo le interesa resolver este tema en el ámbito doméstico sino que regional, entrando en claro conflicto con Sirios, Iraquíes y hasta Irán si consideramos que 20% del total de la población kurda vive en la nación persa. El problema derivado del no reconocimiento del genocidio armenio, que sigue después de 100 años enfrentando a miembros de esta comunidad, apoyados fuertemente por Francia contra Turquía pero que también trasciende el ámbito regional si consideramos el enclave armenio de Nagorno Karabaj, que se encuentra situado dentro de la República de Azerbaiyán, que tiene fuertes vínculos lingüísticos, culturales y étnicos con Ankara. Finalmente , en este panorama, no puede falta la cuestión chipriota y la solución a la ocupación que Turquía ejerce contra la parte norte de una isla, con la presencia de 40 mil soldados y que ha sido una de las trabas a la posibilidad de una Turquía miembro del selecto club europeo.
Como argumento final a mi idea que Turquía no ha variado su doctrina de política exterior y que hace del Neo-Otomano el eje central de su política exterior, más bien radicalizando su accionar día a día, es la guerra de agresión que se lleva a cabo contra Siria. En el papel activo cumplido por Ankara en materia de tratar de derrocar al gobierno de Bashar al Assad, ocupar parte de su territorio y así plantearse en una postura hegemónica en la región. Todo ello como parte de su doctrina de la profundidad estratégica.
Turquía, como miembro de la OTAN y a partir de su ideología dominante apoya abiertamente a los movimientos terroristas salafistas que operan tanto en Siria como en Turquía, realiza acciones como derribar el avión ruso en territorio sirio, a sabiendas que contará con el apoyo público de la OTAN, como también combate a rebeldes kurdos en Siria y en Irak donde incluso ha desplegado tropas y blindados en clara violación de la integridad territorial iraquí, donde ha trascendido la posibilidad de anexionar territorios de Irak bajo el pretexto de entrenar fuerzas kurdas que se oponen a Daesh. El gobierno iraquí ah exigido en todos los tonos la salida de tropas turcas de su territorio y sin embargo Ankara ha hecho oídos sordos.
Para la Turquía de la dupla Erdogan-Davutoglu es fundamental destruir a Siria e Irak , como también al PKK y todo aquello que ponga en duda la preeminencia regional que dicho gobierno desea mostrar. Turquía ha logrado desde el año 2002 a la fecha moldear una política exterior que en principio significó un canto de sirena para la región y el mundo pero que al poco nadar mostró la verdadera cara del Neo-Otomanismo: represión interna y agresión externa.