• Niños izadíes.
Publicada: sábado, 30 de abril de 2016 15:49
Actualizada: domingo, 1 de mayo de 2016 3:29

El grupo takfirí EIIL está lavando el cerebro a cientos de los niños kurdos izadíes en Irak para crear una nueva generación de combatientes, según fuentes iraquíes.

Más de un tercio de los 5000 izadíes capturados por el EIIL (Daesh, en árabe) en 2014 han conseguido escapar, aprovechando la confusión de la última ofensiva aérea de Estados Unidos, pero cientos de ellos siguen atrapados en la región.  

Cerca de 750 niños se encuentran entre la última remesa de fugados, la mayoría de ellos ha preferido escapar por completo del país. Otros adolescentes se han quedado no obstante en Irak, y viven con el miedo de que los integrantes de Daesh regresen a por ellos.

"Nos decían: Sois izadíes y sois infieles. Queremos que os convirtáis a la verdadera religión para que podáis ir al cielo", declaró un joven izadí sobre su cautiverio en manos del EIIL.

"Nos decían: Sois izadíes y sois infieles. Queremos que os convirtáis a la verdadera religión para que podáis ir al cielo", declaró un joven izadí que desea permanecer en el anonimato, y cuya función durante su cautiverio era coser ropa militar para los combatientes en un taller de esclavos infantiles.

Una mujer izadí y su hijo en Irak.

 

El primo del joven declara que la reintegración no ha sido fácil, sin entrar en detalles, pero el grupo de expertos británico Quilliam constata un grave daño psicológico en los jóvenes, "incapaces de contribuir a la sociedad" tras su paso por los talleres de esta banda extremista, "que les impiden desarrollar su capacidad para relacionarse".

Existe, además, un tremendo coste económico para las familias, que se ven obligadas a pagar cuantiosas sumas de dinero para que contrabandistas traigan a sus hijos de vuelta. La familia de Murad, de nueve años de edad, tuvo que abonar unos 20 000 euros para recuperar a sus tres hijos. Murad permaneció 20 meses bajo cautiverio. Cayó en manos del grupo durante una incursión de los terroristas en su poblado y se pasó casi dos años en Irak y Siria.

Su madre, de la que los terroristas abusaron sexualmente, detecta cambios en su hijo. "Su cerebro ha cambiado. Hasta el último momento no quería venir con nosotros", ha dicho.

Murad, que se encuentra ahora en el Kurdistán iraquí, apenas contesta a las preguntas que le formulan y se resiste a mantener contacto visual con los interlocutores. Casi nunca sonríe.

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