Ignorando las advertencias, el presidente de EE.UU., Donald Trump, formaliza la salida del país del organismo y pide la reapertura de las escuelas. Su gemelo político en Brasil, Jair Bolsonaro, también sigue minimizando el impacto del brote.
Lo peor está por venir. Es la advertencia que lanzó la OMS. Afirmó que la pandemia de COVID-19 se está “acelerando” y aún está lejos de alcanzar el pico. Según sus estadísticas, los nuevos contagios van en aumento. Desde mediados de junio superaron el millón a la semana, y llegaron en la última del mes a 1,2, el máximo desde el comienzo de la enfermedad.
Estados Unidos, sin embargo, hace oídos sordos a la petición de la OMS sobre No apresurarse en levantar la cuarentena. El presidente Trump, cuyo país es el más golpeado en el mundo por la pandemia con más de 133 000 muertos, insiste en reabrir las escuelas.
La Casa Blanca anunció también al Congreso el inicio del retiro formal del país de la OMS, a la que Trump acusa de ser una marioneta de China. La salida, que ha enfrentado críticas dentro y fuera de EE.UU., será efectiva en julio de 2021. La Comisión de Exteriores del Senado alertó sobre las consecuencias de la medida.
Brasil, el segundo país en número de muertos y de casos confirmados, después de Estados Unidos, sigue también restando importancia a la enfermedad. Su presidente ultraderechista, que ha dado positivo a la COVID-19, huyendo de sus responsabilidades, dice que el pánico es lo que está matando a los brasileños.
El presidente, que se quitó la mascarilla al hablar con la prensa, se opone radicalmente a implementar medidas de cuarentena por su impacto económico. Vetó en los últimos días varios artículos de una ley sobre el uso de mascarillas en lugares públicos en Brasil, mientras el último balance oficial dio a conocer 1,62 millones de personas contagiadas y más de 65 000 muertas por la pandemia en este país.
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