“El mar de China Meridional no pertenece a ninguna nación, y puede estar seguro: Estados Unidos continuará navegando y volando donde lo permita el derecho internacional y nuestros intereses nacionales lo exijan”, ha aseverado hoy viernes Pence.
Sus declaraciones, que han sido pronunciadas en Singapur en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro del país asiático, Lee Hsien Loong, refuerzan un desacuerdo que lanzó el jueves en su reunión con los líderes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés), organizada también en Singapur, en la que alzó la voz para decir que el Indo-Pacífico no es un lugar para el “imperio y la agresión”.
El político norteamericano cargó abiertamente contra China por las operaciones militares “imprudentes” que lleva a cabo en las aguas disputadas del mar de China Meridional.
El mar de China Meridional no pertenece a ninguna nación, y puede estar seguro: Estados Unidos continuará navegando y volando donde lo permita el derecho internacional y nuestros intereses nacionales lo exijan”, declara el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence.
“Permítanme ser claro: la militarización y expansión territorial de China en el mar del Sur de China es ilegal y peligrosa. Amenaza la soberanía de muchas naciones y pone en peligro la prosperidad del mundo”, adujo.
Pence viajó a Singapur volando sobre el mar del Sur de China y luego declaró a un periodista del diario estadounidense The Washington Post que le acompañaba que este vuelo era una misión de “libertad de navegación”.
El mar de China Meridional, también conocido como mar del Sur de China, es una extensión muy disputada del océano Pacífico, de la cual China reclama casi un 90 %.
Esta región ha sido escenario de incesantes tensiones entre el gigante asiático y EE.UU. Washington ha enviado varias veces aviones y buques de guerra a las proximidades de los islotes controlados por Pekín, so pretexto de defender “la libertad de navegación”.
Las tensiones entre los dos países se han disparado en los últimos meses por diversas cuestiones, como la guerra comercial desatada por Washington contra el gigante asiático, el apoyo del Gobierno de EE.UU. a Taiwán —isla que China considera parte de su territorio—, las sanciones norteamericanas al Ejército chino por “comprar armas rusas” y las provocativas operaciones militares de EE.UU. en las aguas en disputa en el mar del Sur de China.
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