“Claro que sí, yo siempre creo en hablar, pero nuestra posición es muy firme… Pero por supuesto que lo haría”, ha dicho el mandatario este sábado en una rueda de prensa en la casa de campo presidencial de Camp David, a las afueras de Washington DC (capital), donde estaba reunido con dirigentes del Partido Republicano en el Congreso para preparar el nuevo año.
Trump se ha mostrado satisfecho por el acuerdo intercoreano para iniciar diálogos a partir del próximo martes 9, atribuyéndose incluso el mérito de haber propiciado la aceptación de Pyongyang a la oferta de Seúl —como ya había hecho el pasado jueves— y afirmando que el presidente surcoreano, Moon Jae-in, le ha agradecido su “dura postura”.
El presidente estadounidense ha precisado que “le gustaría” que se concrete la “probable participación” de los deportistas norcoreanos en los Juegos Olímpicos de Invierno que comienzan el 9 de febrero (en la ciudad surcoreana de Pyeongchang, en el noreste del país) y dice que “quizá las cosas sigan desde ahí”, algo que dijo apoya “al cien por cien”.
El tono de Trump contrasta con las constantes tensiones y mutuas amenazas entre Washington y Pyongyang que marcaron el año 2017, junto a un desarrollo determinante del armamento nuclear norcoreano (supuestamente capaz ahora de atacar territorio norteamericano), maniobras militares estadounidenses en torno a la península de Corea y crecientes embargos internacionales al país asiático.
Claro que sí, yo siempre creo en hablar, pero nuestra posición es muy firme… Pero por supuesto que lo haría”, ha dicho el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la posibilidad de un diálogo directo con Pyongyang.
En su mensaje de Año Nuevo, el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, ofreció a Seúl restablecer un canal de diálogo roto desde hace dos años e incluso enviar una delegación olímpica a los Juegos de Pyeongchang, lo que fue rápidamente aceptado por el Gobierno de Corea del Sur.
Diferentes analistas señalan que una distensión —e incluso una hipotética reunificación de ambas Coreas, deseada mayoritariamente por sus pueblos según las encuestas— podría dificultar a Washington mantener su impopular presencia militar en Corea del Sur, donde cuenta con 37.500 efectivos que forman parte de la estrategia de Washington para contener el crecimiento de la influencia china y dominar el océano Pacífico.
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