Según recuerda la página web Jewish Virtual Library, EE.UU. ha utilizado su derecho a veto en 1972 cuando el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) expresó su profunda preocupación “por el deterioro de la situación en el Oriente Medio” a raíz de la agresión israelí en la frontera libanesa.
Varios borradores similares también fueron vetados por Washington en las décadas de los setenta y los ochenta, en los que se reclamaba al régimen israelí el cese de “todos los ataques militares contra El Líbano” y “el retiro de todas sus fuerzas militares de forma inmediata e incondicional” de los territorios libaneses.
La cuestión del estatus de Al-Quds (Jerusalén) que, según estipulan los Acuerdos de Oslo, se discutirá solo en las últimas etapas de cualquier acuerdo de paz entre Israel y Palestina, ha sido durante mucho tiempo motivo del veto estadounidense en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Un proyecto, presentado en 1976, instó al régimen de Tel Aviv a proteger los “lugares santos que están bajo su ocupación” y expresó la profunda preocupación de la comunidad internacional por “las medidas adoptadas por las autoridades israelíes que conducen a la grave situación actual”.
En este caso, Estados Unidos fue el único que rechazó el proyecto de resolución que condena enérgicamente las medidas israelíes “destinadas a cambiar el carácter físico, cultural, demográfico y religioso de los territorios ocupados” palestinos.
Del mismo modo, en 1982, Marruecos, Irán, Jordania y Uganda presentaron un borrador de resolución después de que un soldado israelí disparara contra musulmanes, matando al menos dos palestinos en el complejo de la Mezquita Al-Aqsa en Al-Quds, en el que llamaban a los israelíes a aplicar las “disposiciones del Cuarto Convenio de Ginebra y los principios del derecho internacional que rigen la ocupación militar”.
En este borrador se considera al complejo de Al-Aqsa “uno de los lugares más sagrados de la humanidad” y, tras reiterar el “estado único de Al-Quds”, insta a Israel a “proteger y preservar la dimensión espiritual y religiosa de los lugares santos de la ciudad”. Tanto este como otro proyecto, presentado en 1986, reclamando respeto de Israel a los lugares sagrados musulmanes, fueron vetados por Washington.
Además, Estados Unidos bloqueó todos los proyectos de resolución —en 1976, 1980, 1983, 1997 y 2011— que exigían a Israel a retirarse de todo el territorio palestino, respetar los “derechos inalienables del pueblo palestino” y detener la construcción de los asentamientos ilegales en los territorios palestinos.
En 2004 y 2006, Estados Unidos utilizó otra vez más su derecho a veto en el máximo órgano de la ONU cuando los países miembros reclamaron al régimen de Israel que detenga las guerras contra la Franja de Gaza, que mataron a miles de civiles y dejaron decenas de miles de heridos e inimaginables destrucciones.
La única vez en cuatro décadas que EE.UU. no vetó un proyecto de la ONU contra Israel se produjo a finales de 2016, pese a que Washington había vetado una votación similar en 2011. La abstención de Washington del año pasado dio lugar a la aprobación de una resolución de condena a la construcción de viviendas ilegales israelíes en las tierras palestinas. La decisión del CSNU indignó al primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, que lo calificó de “vergonzosa” para EE.UU.
El último veto de EE.UU. ha tenido lugar este lunes contra un proyecto elaborado por Egipto, en rechazo de la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de reconocer a Al-Quds como la capital israelí; una medida que ha levantado las condenas y críticas más duras contra la Casa Blanca. La embajadora de EE.UU. ante la ONU, Nikki Haley, ha considerado los votos a favor de la resolución como un “insulto” a EE.UU. y una “vergüenza” para el CSNU.
No obstante, Netanyahu ha elogiado el veto de Estados Unidos mientras que el presidente palestino, Mahmud Abás, lo ha condenado, al considerarlo una falta de respeto a la comunidad internacional.
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