123 de los 193 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) inician hoy en la ciudad estadounidense de Nueva York negociaciones para llegar a un tratado que ponga fin, al menos legalmente, a las armas nucleares.
La convocatoria del foro fue aprobada en octubre de 2016 por una comisión de la Asamblea General de la ONU (AGNU), con 123 votos a favor, 38 en contra y 16 abstenciones.
Se prevé que el tratado califique las armas nucleares como “ilegales” y prohíba a todos los que lo suscriban su desarrollo, posesión, almacenamiento, estacionamiento o financiación.
Entre los países que se opusieron a la propuesta figuran cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU), (EE.UU., Francia, el Reino Unido y Rusia), mientras que China, la India o Paquistán se abstuvieron en la votación. Y ninguna de estas potencias nucleares asiste a la conferencia de este lunes.
De acuerdo con la decisión de la Asamblea General, la primera ronda de debates durará cinco días y la segunda, que arrancará el 15 de junio, se prolongará durante tres semanas.
Al concluir las negociaciones, los participantes de la conferencia informarán a la Asamblea de los resultados que esperan plasmar en un documento vinculante que prohíba y obligue a eliminar las armas nucleares.
Moscú criticó esta iniciativa y la rechazó como contraproducente. Al intervenir en la Asamblea General de la ONU en septiembre del 2016, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, tachó de populismo los llamamientos a renunciar totalmente a las armas nucleares.
El actual Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), firmado en 1968, estipula un compromiso hacia el desarme futuro, pero no prohíbe las armas de esta clase. Este tratado no ha sido suscrito por el régimen de Israel, que no reconoce estar en posesión de armas nucleares, ni por Corea del Norte, cuyo desarrollo nuclear es bien conocido.
Sin embargo, según Beatrice Fihn, directora de Ican (una coalición de oenegés que se moviliza sobre este tema), afirma que poco importa que las potencias nucleares no muestren interés en los debates, pues la adopción de un tratado los obligará tarde o temprano a revisar su política, aunque actualmente estén comprometidos en la modernización de su armamento nuclear.
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