Ante la falla del estado de emprender una lucha eficaz contra la violencia, ya muchos sostienen que su país, se ha convertido en un narcoestado, donde los grupos ilegales, se han infiltrado en todas las instituciones.
En los dos últimos años, los ecuatorianos han visto el incremento desmedido de robos, secuestros, ataques diarios a clientes en cafés, restaurantes y otros establecimientos. Pero, asesinar a balazos a un candidato presidencial, en plena calle y con guardaespaldas, les profundizó, aún más, esa sensación de que el país ha tocado fondo.
En 2021 la tasa de homicidios fue de 13 por cada 100 mil habitantes, en 2022 subió a 25 y por la tendencia que lleva se espera que en 2023 alcance los 40 por cada 100 mil habitantes. Una cifra que colocaría a Ecuador, como el país más violento de América Latina.
El Gobierno atribuye la creciente violencia al narcotráfico. Ecuador es un pequeño país ubicado entre Colombia y Perú, los dos productores de cocaína más grandes del mundo. Se presume que en él estaría presente más de una veintena de organizaciones conformadas por al menos 40 mil personas. Según los expertos, las bandas criminales se han hecho con el control del Estado. Y las Fuerzas Armadas y la Policía están conectadas con la red del narcotráfico. Muchos en el país, aseguran que el responsable directo del aumento de la inseguridad es el propio Gobierno.
El asesinato de Villavicencio contenía un mensaje de miedo que se ha escuchado alto y claro, de cara a los comicios presidenciales del 20 de octubre. ¿Y cómo los ecuatorianos reaccionarían frente a este mensaje? Ya lo sabremos en una semana.
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