Se trata de una ceremonia celebrada en Teherán, capital iraní, en la que participaron los comandantes del Ejército y del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI). El evento buscaba mostrar la integración entre las dos principales fuerzas armadas del país para hacer frente a las amenazas foráneas.
Los comandantes del Ejército y del CGRI se reunieron en la capital iraní y estudiaron las vías para elevar las cooperaciones entre las fuerzas armadas en la crítica región de Oriente Medio, a fin de garantizar la seguridad del país y de la zona.
Los comandantes del Ejército y del CGRI dicen que esta ceremonia envía un claro mensaje a los enemigos del país de que las dos principales fuerzas armadas de Irán están completamente integradas y preparadas para responder a las amenazas militares externas. Reiteraron que los programas defensivos de Irán seguirán adelante y que las sanciones no les afectarán.
La ceremonia se llevó a cabo después de que el presidente norteamericano, Donald Trump, pidiera el pasado 13 de octubre, al Departamento del Tesoro de EE.UU., imponer sanciones al CGRI por apoyar al terrorismo, justo en momentos en los que los Guardianes están avanzando en su lucha antiterrorista en Siria e Irak.
Antes de que la Administración de Trump tomara la decisión de imponer sanciones a los Guardianes, las autoridades de Irán habían enfatizado que actuarían según los intereses nacionales, una postura ratificada el pasado 9 de octubre por el ministro de Exteriores de Irán, Mohamad Yavad Zarif, y el comandante del CGRI, el general de división Mohamad Ali Yafari.
Ambos coincidieron en defender el poderío defensivo y nacional, aunque reconocieron que podría hacerse en diferentes tonos.
Samaneh Kachui, Teherán.
mhn/rba