Era el pasado mayo cuando una polémica noticia corrió por los medios de comunicación: EE.UU. instalará dos bases militares en zonas estratégicas de Argentina: una en el norte del país, en Triple Frontera, y la otra, en la provincia sureña de Tierra del Fuego.
Las reacciones se produjeron de inmediato: desde los propios pobladores de la provincia sureña, que salieron a las calles para repudiar la violación de su soberanía, hasta los analistas y expertos de seguridad que mostraron su rechazo a tal medida.
Ya hay en Misiones (norte) un contingente de ‘observadores’ de EE.UU. recorriendo distintos puntos de la provincia para instalar lo que ellos llaman una ‘base de observación’”, aseguran fuentes de las Fuerzas Armadas de Argentina (FF. AA.).
Pero lo que comenzó como un rumor, fue tomando fuerza y recientemente se ha confirmado. “Ya hay en Misiones (norte) un contingente de ‘observadores’ de EE.UU. recorriendo distintos puntos de la provincia para instalar lo que ellos llaman una ‘base de observación’”, aseguran fuentes de las Fuerzas Armadas de Argentina (FF. AA.).
Los militares argentinos no están felices con la decisión del presidente Mauricio Macri de haber permitido esta clara intromisión, por más que “traten de disfrazarlo como un programa de radarización para combatir el narcotráfico y la lucha contra el terrorismo internacional”.
Según medios locales, la intromisión de tropas estadounidenses no es algo nuevo en territorio argentino, pues en Misiones “hay un destacamento de marines custodiando lo que serían antenas” de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA, en ingles). Aunque muchos creen que estos infantes de marina están en la provincia “haciendo una especie de entrenamiento militar”.
“Todos sabemos que en Misiones hay marines en la zona centro desde hace décadas (…), pero esto es diferente, acá no estamos hablando de dos docenas de soldados, acá se viene una infraestructura mayor con todo lo que eso significa, una locura”, critica un coronel argentino en calidad de anonimato.
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