Según informó el sábado el canal de televisión libanés Al-Mayadeen, los talibanes confirmaron la muerte del jefe de Daesh en Afganistán, Abu Omar Jorasani, quien había sucedido a Abdul Haseeb Logari en abril de 2017 tras su muerte.
Después de que los talibanes tomaran la capital afgana, Kabul, el 15 de agosto, se publicaron informes contradictorios sobre el destino de Jorasani, encarcelado en Kabul. Algunos reportes indicaban que el cabecilla del grupo extremista había sido liberado junto con otros miles de prisioneros, mientras que otros informes sugerían que Jorasani había sido asesinado por los talibanes.
Por su parte, la agencia británica de noticias BBC informó que los talibanes mataron a tiros a Jorasani cuando este escapaba de una prisión, el 17 de agosto, dos días después de la toma de Kabul.
El 26 de agosto, el diario estadounidense The Wall Street Journal publicó que el grupo Talibán había matado al líder terrorista y a otros ocho miembros de su grupo tras tomar el control de Kabul y la prisión la semana anterior.
Según el informe, Jorasani había abandonado Nangarhar (este de Afganistán) el año pasado cuando los remanentes de Daesh se dispersaron dentro del territorio afgano. En mayo de 2020, el cabecilla de Daesh fue detenido por las fuerzas estadounidenses y afganas en una casa a las afueras de Kabul, donde fue condenado a muerte y a 800 años de prisión.
Entretanto, el portavoz de este grupo, Zabiolá Muyahid, informó el martes que siguen activas las operaciones para frenar las actividades de Daesh en Afganistán. “Se están realizando esfuerzos para detener las actividades de Daesh y el grupo no tiene apoyo popular, por lo tanto, no puede representar una amenaza o peligro”, adujo.
Daesh está presente en el este y el norte de Afganistán, especialmente en Nangarhar, que se considera la base del grupo extremista en este país devastado por la guerra. Esta banda ha reivindicado la autoría de varios atentados contra los talibanes en las últimas semanas.
La rama afgana de Daesh emergió en Afganistán en 2015, y desde entonces ha asumido la autoría de alrededor de 100 ataques contra civiles en Afganistán y Paquistán, y ha protagonizado unos 250 enfrentamientos con fuerzas locales, con los talibanes y con tropas estadounidenses.
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