El portavoz del presidente turco, Ibrahim Kalin, anunció el domingo que Ankara sentía gran preocupación por dichas medidas restringidas del Gobierno de Pekín contra los musulmanes de la etnia uigur en la región Xinjiang, en el noroeste de China.
Las fuertes restricciones impuestas contra la comunidad musulmana en Xinjiang, entre ellas la prohibición del ayuno, la participación en las vigilias y otras actividades religiosas, entre otras, entraron en vigor desde el pasado 18 de junio cuando comenzó el sagrado mes de Ramadán.
La decisión ha levantado fuertes olas de rechazo y protestas en muchos países islámicos, como Turquía y la República de Azerbaiyán, donde se celebraron múltiples marchas y manifestaciones para exigir el cese de la persecución religiosa contra la minoría musulmana en el país asiático.
Los turcos sienten una semejanza cultural, étnica y lingüística con los uigures en China. Tanto turcos como la comunidad uigur se refieren a la provincia Xinjiang como Turquestán Oriental, y la consideran como parte de Asia Central y no China.
El viernes, Turquía se comprometió a mantener sus puertas abiertas a uigures que huyen de la persecución religiosa en China.

Cientos de turcos salieron el domingo a las calles de Estambul, la capital comercial de Turquía, y marcharon hacia el consulado chino portando banderas y coreando consignas contra China. Un grupo de manifestantes quemó incluso una bandera china.
La semana pasada surgió además, un pequeño acto de violencia, cuando varios ciudadanos turcos atacaron a un restaurante chino en el distrito turístico de Tophane en Estambul, donde rompieron las ventanas. Tras este incidente China advirtió a sus ciudadanos sobre el viaje a Turquía.
Bakú, capital de Azerbaiyán, también, fue escenario de una congregación de protesta convocada por los jóvenes nacionalistas azeríes, quienes reunidos frente a la embajada china exigieron la suspensión de la prohibición del ayuno en Xinjiang.
Gritando consignas antichinas, los indignados instaron a Pekín a respetar las creencias de la comunidad musulmana.
En junio, el Congreso Mundial Uigur, una organización con sede en Múnich (Alemania) que representa a esta etnia de China, condenó la decisión de Pekín y aseguró que con esta medida China quiere arrancar a los uigur su cultura musulmana.
Esta ONG advirtió que esta "provocación" daría lugar a altercados y mayores tensiones en la región.
Por su parte, los miembros de la comunidad uigur se quejan de que sus derechos lingüísticos, culturales y religiosos son pisoteados por Pekín.
Las autoridades centrales chinas han optado por una represión implacable contra los militantes de esta etnia, calificados invariablemente de terroristas o separatistas.
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