"Elementos de Daesh habían detenido a Jaled Al-Asad, arqueólogo de esta ciudad, para extraerle información sobre la ubicación de un importante tesoro de Palmira, escondido tras la intromisión del grupo terrorista en la ciudad", ha anunciado este jueves Maamun Abdulkarim, director de antigüedades de Siria en declaraciones recogidas por el portal Web Alghadalarabi.
Elementos de Daesh habían detenido a Jaled Al-Asad, arqueólogo de esta ciudad, para extraerle información sobre la ubicación de un importante tesoro de Palmira, escondido tras la intromisión del grupo terrorista en la ciudad", anuncia Mamun Abdulkarim, director de antigüedades de Siria.
Abdulkarim también ha indicado que los integrantes del EIIL decapitaron al arqueólogo después de no lograr que Al-Asad revelara el lugar del tesoro.
Asimismo ha añadido que el arqueólogo quedó como rehén de esta banda takfirí durante más de un mes y sufrió duras torturas durante su interrogatorio.
Por último, además de condenar este asesinato, ha lamentado que se haya perdido a un experto. "Cuando la policía nos entregaba estatuas robadas, nos dirigíamos a él para que determinara si eran verdaderas o falsas", ha dicho.
Jaled Al-Asad, de 82 años, fue ejecutado públicamente en una plaza de la provincia de Homs (oeste), ante la mirada de decenas de personas y su cadáver fue colgado en una columna antigua, según informó el opositor Observatorio Sirio de los Derechos Humanos.

Al-Asad, un eminente experto en monumentos de la época romana, dirigió durante casi 50 años los lugares arqueológicos de la ciudad antigua situada en el centro de Siria.
El miércoles, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) condenó "el brutal asesinato" del jefe de antigüedades en la ciudad siria de Palmira.
El 20 de mayo, la banda takfirí Daesh se hizo con el control de Palmira tras intensos enfrentamientos con el Ejército sirio. Además ingresaron en el museo de esta ciudad y rompieron réplicas de yeso que representan la vida en la era prehistórica.
Los takfiríes del EIIL han destruido un sinnúmero de centros religiosos y sitios arqueológicos tanto en Siria como en Irak, además de ser autores de crímenes de lesa humanidad contra todos los grupos étnicos y religiosos, incluidos chiíes, suníes, cristianos y kurdos
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