Según han afirmado este domingo los medios de comunicación iraquíes, estas fuerzas, equipadas con blindados y armas militares, han sido enviadas a Irak de una base aérea estadounidense en Kuwait.
Un encargado militar del país árabe ha comentado que, al parecer, la misión de estos hombres armados no será de entrenamiento de las fuerzas del Ejército o los comités populares de Irak, sino para participar en la lucha por la liberación de Ramadi.
Esta decisión ha sido adoptada mientras Bagdad en reiteradas ocasiones ha insistido en que no requiere la presencia de tropas extranjeras en su territorio y lo que exige es la experiencia, los conocimientos técnicos, así como armas modernas, en general, una ayuda que provenga solo a través de acuerdos.
Las fuerzas populares iraquíes, conocidas como Al-Hashad Al-Shabi, en reacción al despliegue de las fuerzas estadounidenses han abandonado toda la localidad y se han replegado hacia la ciudad de Faluya, ubicada en el este de Al-Anbar.
El Ejército iraquí, respaldado por la alta capacidad de las fuerzas populares, ha logrado repeler a los terroristas de EIIL (Daesh, en árabe) en diferentes partes del país, sin embargo, algunas zonas del oeste y norte se encuentran todavía bajo el control de los takfiríes.
Desde el pasado 8 de agosto, Washington inició sus ataques aéreos contra este grupo takfirí en Irak después de que viera amenazada la seguridad de su embajada y del personal en ese país árabe.
Actualmente, más de 1400 soldados estadounidenses se encuentran en Irak. De acuerdo a la Casa Blanca, 600 consejeros militares están trabajando con iraquíes y kurdos en Bagdad (capital iraquí) y Erbil (capital de Kurdistán iraquí), y otros 800 están encargados de garantizar la seguridad de la embajada de Estados Unidos en el país árabe y el aeropuerto de la capital iraquí.
Todo eso ocurre, mientras los ataques aéreos realizados por la coalición que encabeza EE.UU. contra el EIIL en Irak no han tenido eficacia, mientras, los recientes avances militares contra este grupo se han alcanzado, gracias a las fuerzas iraquíes y no a los ataques aéreos liderados por EE.UU.
En 2003, Washington inició una sangrienta y devastadora invasión a Irak con el pretexto de que en dicho territorio había armas de destrucción masiva que debían ser destruidas.
Después de asolar gran parte de Irak y causar la muerte de más de 500.000 iraquíes durante el curso de la mencionada invasión, las autoridades estadounidenses reconocieron que no existían tales armas y que se trataba simplemente de un craso “error de Inteligencia”.
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