• Lord Charles Falconer, antiguo secretario de Estado británico para Asuntos Constitucionales (2003-2007), 21 de junio de 2015.
Publicada: lunes, 22 de junio de 2015 10:05
Actualizada: lunes, 22 de junio de 2015 10:25

El exsecretario de Estado británico Charles Falconer ha reconocido que la participación de su país en la guerra contra Irak dirigida en 2003 por Estados Unidos fue un “error”.

“No encontramos armas de destrucción masiva, que era el (argumento de) base por el que fuimos… De modo que, sobre esa base, no hicimos bien en ir”, ha declarado Falconer, máximo representante del Partido Laborista en la Cámara de los Lores, en una entrevista publicada ayer domingo por la cadena británica BBC.

"No encontramos armas de destrucción masiva, que era el (argumento de) base por el que fuimos… De modo que, sobre esa base, no hicimos bien en ir", ha reconocido lord Falconer.

Falconer fue uno de los mayores aliados del antiguo primer ministro Tony Blair cuando este preparaba, en contra de la opinión pública británica, la desastrosa operación bélica de 2003 contra el país árabe.

Tan cercano era a Blair, que Falconer compartió piso con él en la capital escocesa, Edimburgo, en los años 70, antes de convertirse en secretario de Estado para Asuntos Constitucionales y después, brevemente, para la Justicia.

El barón Falconer de Thoroton apareció en numerosas ocasiones en televisión para defender tanto a Blair como la guerra contra Irak.

El primer ministro británico entre 1997 y 2007, Tony Blair (izda.), junto al presidente de Estados Unidos entre 2001 y 2009, George W. Bush.

 

Ayer domingo, sin embargo, declaró a la luz de la debacle laborista en Escocia, en las recientes elecciones generales, que la guerra dañó la reputación del partido. “Pienso que la guerra de Irak perjudicó al Partido Laborista en todas partes, y creo que se percibe que la guerra de Irak fue un error”, reconoció.

"Pienso que la guerra de Irak perjudicó al Partido Laborista en todas partes, y creo que se percibe que la guerra de Irak fue un error", observa el político laborista.

Blair intentó convencer a los británicos de que la invasión de Irak era necesaria y urgente, por disponer supuestamente el entonces dictador iraquí, Saddam Husein, de armas de destrucción masiva. El Partido Laborista perdió a muchos de sus simpatizantes, decepcionados e irritados por la decisión de Blair.

En las semanas anteriores a la invasión de Irak, cientos de miles de personas salieron a las calles del Reino Unido para manifestarse contra los planes de guerra.

Tan solo en la capital, Londres, el número de asistentes a la manifestación del 15 de febrero de 2003 se cifró entre 750 000 y 3 millones de personas, en la que se ha calificado de mayor protesta de la historia del Reino Unido.

Manifestación contra la invasión de Irak en la capital británica, Londres, 15 de febrero de 2003.

 

En aquel día, se organizaron protestas coordinadas en ciudades de todo el mundo, y las mayores tuvieron lugar en Europa occidental, donde algunos Gobiernos —sobre todo, los de Alemania y Francia— se oponían a la guerra.

La invasión de Irak, si bien terminó con el régimen dictatorial iraquí, causó daños irreparables a la infraestructura del país y numerosísimas pérdidas de vidas humanas.

En 2007, el instituto británico Opinion Research Business publicó una estimación de las víctimas mortales de la guerra, cifrándolas en más de 1 200 000 personas; esto, sin contar la inseguridad que afecta aun en 2015 al país del Tigris y el Éufrates en gran parte debido a la invasión.

El pasado 20 de mayo, la exsecretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton —en campaña electoral para presidir su país en 2017— reconoció, a la vista de la situación de Irak, que su apoyo a la guerra de 2003 “fue un error. Así de simple”.

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