“Fui escéptico desde el principio respecto a la noción de que íbamos a crear eficazmente un ejército de apoderados dentro de Siria (…) no hay ninguna duda de que no funcionó” esa estrategia, reconoció Obama en una entrevista concedida a la cadena estadounidense CBS News, emitida el domingo en el programa '60 Minutos'.
“Fui escéptico desde el principio respecto a la noción de que íbamos a crear eficazmente un ejército de apoderados dentro de Siria (…) no hay ninguna duda de que no funcionó” la estrategia, reconoció Barack Obama, el presidente de EE.UU.
Las declaraciones de Obama se producen días después de que el Departamento de Defensa (el Pentágono) anunciara el cierre del proyecto, valorado en 500 millones de dólares, para entrenar a los “rebeldes moderados” y enviarlos a Siria a luchar contra los terroristas de Daesh.

Según Obama, ese costosísimo programa ha fracasado, en realidad, porque los grupos entrenados por EE.UU., en vez de combatir contra Daesh, están luchando contra el Ejército sirio y el presidente de ese país, Bashar al-Asad.
El jefe de la Casa Blanca también rechazó las críticas contra sus políticas para Siria, aduciendo que, “en una situación tan volátil, no hay fórmulas mágicas”. Descartó, asimismo, grandes cambios en su estrategia en Siria. “Lo que no vamos a hacer es intentar reinsertarnos en una campaña militar dentro de Siria”.
El estrepitoso fracaso del programa estadounidense se explicitó ya en septiembre, cuando el jefe del Mando Central de EE.UU. (Centcom), Lloyd Austin, se lamentó de que solo “cuatro o cinco” de los 5.000 elementos entrenados por su país combatían, en verdad, contra Daesh.
Además, varios medios occidentales ya habían denunciado que los hombres entrenados por Washington jamás supusieron una amenaza para Daesh, pues muchos de ellos se habían unido a grupos extremistas como el EIIL y el Frente Al-Nusra, filial siria de Al-Qaeda.

Según el opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), un cuarto de millón de personas ha perdido la vida desde el inicio de la crisis en Siria en marzo de 2011, cuando varios grupos radicales, con el apoyo de algunos países, entre ellos Arabia Saudí, Turquía y Estados Unidos, iniciaron una contienda para forzar el derrocamiento del Gobierno legítimamente establecido de Damasco.
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