Ya hemos dejado de asombrarnos por las acusaciones, incluso las más inverosímiles que, en las últimas dos semanas, escuchamos de los representantes del Departamento de Estado de EE.UU. y del Pentágono sobre la involucración del Ejército ruso en la guerra civil en Ucrania”.
“Ya hemos dejado de asombrarnos por las acusaciones, incluso las más inverosímiles que, en las últimas dos semanas, escuchamos de los representantes del Departamento de Estado de EE.UU. y del Pentágono sobre la involucración del Ejército ruso en la guerra civil en Ucrania”, ha aseverado el portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, Igor Konashenkov.
La relativa estabilidad en el este de Ucrania ha dado lugar a un “pico” en las acusaciones dirigidas por Washington contra Moscú, ha declarado.
También ha descrito las acusaciones como totalmente infundadas, las cuales carecen de justificación por las otras partes involucradas en el conflicto.
En sus declaraciones, Konashenkov ha agregado que el jefe del Estado Mayor de Ucrania, el general Víctor Muzhenko no las ve (las tropas rusas), la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) no las ve (…) pero en Washington todo el mundo las ve.
El funcionario ruso, asimismo, ha hecho hincapié en que las afirmaciones de la Casa Blanca solo revelan una profundización de la retórica bélica contra su país.
Ha lamentado que los funcionarios estadounidenses sigan haciendo acusaciones sin fundamento, y les ha pedido que nombren un lugar, si hay alguno, donde se atestigüe la presunta presencia de tropas rusas.
Mientras tanto, Konashenkov ha destacado que varias figuras políticas, como la asistente del secretario de Estado de Estados Unidos, Victoria Nuland (foto superior), y los generales del Pentágono, Philip Breedlove y Ben Hodges, quieren convencer a la comunidad internacional de la presencia de Rusia en la crisis.
La guerra del este de Ucrania comenzó en abril de 2014, cuando las recién llegadas al poder autoridades proccidentales de Kiev lanzaron una serie de operaciones “antiterroristas” contra los independentistas prorrusos, tras el derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich.
Los dirigentes y la gran prensa occidentales mantienen una estrategia de penetración en Ucrania que incluye acusaciones reiteradas a Rusia, de apoyar con tropas y suministros a los sublevados, acusaciones que Moscú ha desmentido en todo momento de manera categórica.
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