Publicada: viernes, 29 de abril de 2016 10:18

Un motivo para el desarrollo del misil balístico intercontinental (ICBM) RS-26 Rubezh, de fabricación rusa, habría sido la de crear un arma que reemplazase al misil balístico de alcance intermedio soviético SS-20.

Una razón para el desarrollo por parte de Rusia del misil balístico intercontinental (ICBM) RS-26 Rubezh, también conocido como Yars-M por estar basado de forma más avanzada en el nuevo misil balístico intercontinental ruso RS-24 Yars, habría sido la de crear un arma que reemplazase al misil balístico de alcance intermedio soviético SS-20 – eliminado por el Tratado INF de 1987 – como misil balístico de teatro de operaciones militares (aunque tuviese el mayor alcance de un misil balístico intercontinental). Ante las acusaciones de Washington de que el nuevo misil Rubezh violase el Tratado INF, que eliminaba misiles ofensivos con alcances desde 500 km hasta 5,500 km que fuesen lanzados desde tierra contra blancos terrestres, Moscú responde que el misil RS-26 no viola el tratado por no ser un misil balístico de alcance intermedio (IRBM), categoría eliminada por el mencionado tratado, sino que es un misil balístico intercontinental, tipo de misiles no cubierto por el acuerdo entre la antigua Unión Soviética y EE.UU.

Otra razón que tendría Rusia para desarrollar el misil Rubezh sería para introducir un nuevo misil capaz de derrotar los actuales y futuros sistemas de defensa antimisil de EE.UU., desplegados o que se planea desplegarlos particularmente en Europa en países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), sistema de defensa antimisil europeo que Rusia ve como una amenaza a su fuerza disuasoria estratégica de misiles balísticos intercontinentales desplegados mayormente en la parte europea de Rusia, al oeste de los Montes Urales. El argumento sería que la fuerza de misiles estratégicos rusa disuade a EE.UU., por ejemplo, de un día llevar a cabo un ataque sorpresa contra Rusia con sus misiles balísticos intercontinentales y bombarderos estratégicos porque de hacerlo, Rusia respondería castigando al agresor con un contraataque nuclear con sus misiles balísticos. Esta realidad disuadiría a un potencial agresor a atacar, sabiendo que el contraataque nuclear punitivo ruso lo destruiría también. Este temor a ser destruido de atacar a una potencia nuclear poseedora de una fuerza nuclear con la credibilidad de poder llegar al objetivo y destruir al agresor es elemento medular del concepto de la disuasión nuclear.

El temor ruso con la defensa antimisil europea de la OTAN y EE.UU. es que, en un escenario hipotético, de Rusia ser atacada por las fuerzas nucleares de la OTAN con EE.UU. a la cabeza, y en consecuencia de Rusia querer castigar dicha agresión nuclear con un contraataque de retaliación nuclear lanzando sus misiles balísticos basados en la Rusia europea, dichos misiles, que tendrían que llevar una trayectoria de vuelo no sobre el Polo Norte (esta sería la trayectoria para misiles basados en Siberia o lanzados desde submarinos operando en el Océano Ártico que atacasen objetivos estratégicos en el interior de EE.UU. en sus regiones Centro Noroeste y en los Estados Montañosos norteños de su Región Oeste) sino sobre el Océano Atlántico Norte para impactar blancos en la costa este de EE.UU., podrían ser interceptados en Europa por los misiles del sistema de defensa antimisil desplegado por EE.UU. en países aliados europeos de la OTAN, usando así a Europa como primera línea defensiva contra un ataque de misiles balísticos rusos dirigido contra la costa este de EE.UU., donde se hallan las ciudades de Washington DC, Nueva York, Filadelfia y Boston.

Esta capacidad potencial, y si no actual sí futura, para interceptar y derribar a los misiles balísticos rusos lanzados desde su territorio europeo contra blancos en la costa este de EE.UU. y su interior, es vista por Moscú como una amenaza a la credibilidad de la capacidad de disuasión estratégica nuclear de su fuerza de misiles balísticos intercontinentales. 

El argumento de EE.UU. y de la OTAN para desplegar el sistema de defensa antimisil estadounidense en Europa, que es para defenderla de una futura amenaza de misiles de Irán y Corea del Norte, aparte de carecer credibilidad - en todo caso la amenaza de misiles vendría de la fuerza de misiles balísticos intercontinentales de Israel, en particular contra Alemania como un futuro acto de venganza por el genocidio del Holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial – ya que Irán no tiene intensiones agresoras – no ha sido un país que ha atacado ni invadido a otros como son los casos del régimen de Israel, EE.UU., la antigua Unión Soviética, el Irak de Saddam Husein y Arabia Saudí - ni atacaría a sus socios comerciales europeos, de gran importancia para las relaciones diplomáticas y económicas de Teherán. Corea del Norte, por otro lado, tendría a EE.UU. Corea del Sur y Japón en la mira de sus misiles y no a Europa, que también está mucho más lejos. Además, de Corea del Norte lanzar misiles balísticos intercontinentales contra Europa, tendrían que seguir una trayectoria sobrevolando la China y países miembros de la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (CSTO), ésta última liderada por Rusia, siendo tanto la China como Rusia muy importantes socios comerciales de Europa. Además, las defensas antimisiles rusas y chinas interceptarían cualquier misil balístico no autorizado que sobrevolase su territorio, potencialmente amenazándolo. Moscú cabe decirlo, no ha sido persuadida por los argumentos esgrimidos por Washington en favor de su sistema de defensa antimisil desplegado en Europa.

De recibir una invitación del Gobierno Venezolano para hacerlo, Rusia, de estar de acuerdo, podría desplegar misiles balísticos RS-26 Rubezh en territorio venezolano. Caracas buscaría esta opción en última instancia para garantizar su seguridad nacional por medio de la disuasión nuclear rusa, de sentirse amenazada de ser atacada o invadida por EE.UU. y sus aliados regionales. En este sentido, el motivo sería parecido al que impulsó al Gobierno Cubano a solicitar ayuda a la Unión Soviética y su protección por medio del despliegue de misiles balísticos soviéticos de alcance medio y de alcance intermedio en su territorio, lo que provocó en 1962 la llamada Crisis de los misiles en Cuba.   

Rusia estaría interesada en desplegar misiles balísticos como el Rubezh en Sudamérica para que así parte de su fuerza de disuasión nuclear evitase la defensa antimisil de la OTAN en Europa, manteniendo una fuerza disuasoria estratégica que apuntase a EE.UU. desde lo que Washington ha considerado su patio trasero. Esto forzaría a EE.UU. a desplegar defensas antimisiles considerables en su territorio o cerca de éste, en América, pero no en Europa, donde se alega que amenazarían al grueso de la fuerza de misiles balísticos intercontinentales rusos, desplegados en la parte europea rusa. Esencialmente, se intentaría así forzar a Washington a replegar sus sistemas de defensa antimisil a América de Europa para defender el propio territorio continental de EE.UU., amenazado por misiles balísticos móviles RS-26 Rubezh basados en territorio sudamericano. 

Armados con una ojiva nuclear en un vehículo de reentrada maniobrero (MARV) para evadir las defensas antimisiles o portando 3 MARV con una potencia nuclear de 150 kilotones (150 mil toneladas de TNT) cada una - las bombas atómicas americanas que destruyeron a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945 tenían una potencia de unos 20 kilotones, misiles balísticos Rubezh desplegados en Venezuela en un escenario hipotético, por su alcance de 6,000 km ó de hasta 7,500 km podrían atacar cualquier objetivo dentro del territorio continental norteamericano de EE.UU. y sus 48 estados contiguos, desde su costa atlántica hasta su costa del Pacífico, excepto Alaska. 

Asumiendo que cada MARV del Yars-M (Rubezh) tenga un alto nivel de precisión, inclusive con un error circular probable (CEP) de tan solo 2 a 5 metros, cada ojiva podría también impactar silos reforzados de misiles balísticos intercontinentales americanos Minuteman III, no necesitando tener tanto poder explosivo nuclear para destruirlos en vista de su gran precisión de impacto sobre el objetivo. Debido a dicha precisión, los MARV del misil Rubezh podrían también atacar como misiles balísticos antinavío (ASBM) buques de guerra de alto valor como portaaviones tanto en sus bases de EE.UU. como en alta mar. El despliegue de misiles Rubezh en Sudamérica sería jaque mate a la defensa antimisil europea que pretendería utilizar a Europa como primera barrera defensiva de la costa este de EE.UU. y su interior, ante la fuerza de misiles balísticos intercontinentales rusa basada al oeste de los Urales.

Posiblemente una solicitud de asistencia y protección por parte de Caracas, de estar un día Venezuela al borde de un conflicto con EE.UU. – lo que de momento es improbable – sería atendida por Moscú, particularmente si la OTAN se expande a Sudamérica de admitir en un futuro a Colombia como miembro de pleno derecho. El despliegue de misiles balísticos intercontinentales RS-26 Rubezh en Sudamérica podría forzar a Washington y a la OTAN a negociar con Rusia el desmantelamiento de la defensa antimisil europea o su renegociación como una fuerza conjunta con los rusos, a cambio de la remoción de los misiles Yars-M de América y de una declaración pública y un acuerdo formal de que Venezuela no sería nunca agredida ni invadida por EE.UU., como se hizo con Cuba tras la crisis de los misiles de 1962. Moscú podría exigir también la resurrección del Tratado ABM de 1972abandonado por EE.UU. unilateralmente bajo el presidente George W. Bush, o la negociación de un nuevo tratado para limitar las defensas antimisiles de EE.UU. y Rusia.

Rusia podría también exigir la inclusión de los arsenales nucleares estratégicos británicos y franceses, actualmente desplegados en submarinos de propulsión nuclear armados de misiles balísticos, en nuevas conversaciones de desarme nuclear entre EE.UU. y Rusia, en vista de la proximidad geográfica de dichos arsenales a la propia Rusia – y ante la cercanía de misiles Rubezh desplegados en Sudamérica al mismo EE.UU. Rusia probablemente también podría exigir la eliminación del arsenal nuclear estratégico del régimen de Israel, el cual apunta con misiles balísticos a Rusia desde tiempos de la antigua Unión Soviética, constituyendo una seria amenaza a la seguridad nacional rusa por su potencia nuclear y su relativa proximidad geográfica.

Rusia en todo caso trataría de evitar una guerra con EE.UU. y éste tomaría todas las medidas a su disposición para impedir el despliegue de misiles balísticos rusos en Sudamérica. Venezuela tampoco desea una guerra y ante todo evitaría darle una excusa a Washington para intervenir. Ciertamente, el escenario de misiles balísticos rusos en Venezuela pertenece más al ámbito de la ficción y se presenta sobre todo como un caso hipotético de estrategia nuclear que probablemente nunca se materializará. La historia, sin embargo, ocasionalmente también ha demostrado sorpresas. 

Las opiniones y conclusiones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de HispanTV.