Así, Laurent Guyénot en su artículo "Kennedy, el lobby y la bomba”, (Red Voltaire, 2-5-2013), afirma que desde el inicio de los años 1950, el primer ministro israelí Ben Gurión, había emprendido la fabricación secreta de bombas atómicas, desvirtuando así la finalidad primigenia del programa de cooperación pacífica "Atom for Peace”, iniciado durante el mandato de Eisenhower.
Por su parte, Kennedy, tras ser informado por la CIA del verdadero objetivo del complejo de Dimona, el 13 de Junio de 1961, mediante una misiva oficial exigió a Ben Gurion “la realización urgente de inspecciones periódicas en Dimona”, advirtiendo de que caso de nuevas dilaciones “el compromiso y el respaldo de nuestro gobierno a Israel pudieran verse en serio peligro”, lo que provocó la dimisión de Ben Gurión para evitar la recepción de aquella carta y seguir con su política dilatoria, pero cuando el nuevo primer ministro Levi Eshkol asumió sus funciones, Kennedy le envió de inmediato una carta idéntica, fechada el 5 de julio de 1963.
Según Guyénot, el objetivo de Kennedy no era evitar que Israel dispusiera del arma nuclear sino que formaba parte de un proyecto mucho más ambicioso, que ya había anunciado el 25 septiembre de 1961 ante la Asamblea General de la ONU: “Hay que liquidar esas armas de guerra antes de que ellas nos liquiden”, pues en los años 60 tan sólo EEUU, URSS, Francia y Gran Bretaña así como sus aliados de la OTAN y del Pacto de Varsovia disponían del arma nuclear, países que siguiendo los dictados de Estados Unidos y la URSS estaban ya decididos a implementar la doctrina del desarme nuclear, tesis que no era compartida por Ben Gurion quien en secreto trabajaba a contrarreloj para conseguirla a pesar de la frontal oposición de Kennedy.
Además, Kennedy se había comprometido a favor del derecho al regreso de los 800.000 palestinos expulsados de sus casas y de sus poblados en 1948 (nakba), por lo que la delegación de EEUU ante la ONU presentó el 20 de noviembre de 1963 una propuesta de implementación de la Resolución 194, aunque ya no tuvo tiempo de contrarrestar las reacciones de la parte israelí pues fue asesinado 2 días después, magnicidio que proporcionó a Israel la luz verde del presidente Johnson para culminar su proyecto nuclear aunque hubo que esperar hasta 1986 para que quedara demostrado fehacientemente que Israel había conseguido en secreto la bomba atómica (1967?), gracias a la publicación por Sunday Times de varias fotos del complejo nuclear secreto de Dimona tomadas por el técnico israelí Mordechai Vanunu.
En la actualidad, la AIPAC sería el más influyente grupo de presión pro-ísraelí en EEUU pues cuenta con más de 100.000 miembros (150 de ellos dedicados exclusivamente a presionar al Congreso, a la Casa Blanca y todos los organismos administrativos en la toma de decisiones políticas que puedan afectar a los intereses del Estado de Israel) y aunque siempre se ha creído que la AIPAC sería un “gobierno virtual” que teledirigiría la política exterior de EEUU en función de los intereses israelíes, la realidad sería que el lobby pro-israelí tiene verdadero peso en los ámbitos del poder porque EE.UU. e Israel casi siempre han compartido idénticos intereses geopolíticos desde la fundación del Estado de Israel en 1.948. Así, EE.UU. contaría con Israel para mantener a los Estados árabes de Oriente Próximo bajo la amenaza constante de ataque, (asegurándose de paso que se mantengan serviles ante Washington) e Israel no podría seguir existiendo en su forma actual sin el fuerte apoyo político y material que recibe de EE.UU. (más de 4.000 millones de dólares en ayuda militar).
Durante el segundo mandato de Obama, asistimos de nuevo a la escenificación de un “desencuentro en las formas” Israelí-EEUU debido al concepto geopolítico imperante en la Administración Obama y cuyo cerebro sería el ex-Consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski. Así, Brzezinski en un discurso ante al Consejo Nacional Irano-estadounidense (NIAC), afirmó que “creo que los EE.UU. tiene derecho a decidir su propia política de seguridad nacional y no seguir cual mula estúpida lo que hagan los israelíes”, pues desde el asesinato de John F. Kennedy los Estados Unidos no habrían ya disfrutado de ese derecho al quedar desde entonces como rehenes de los intereses sionistas todos lo sucesivos Presidentes electos de EEUU. Además, Brzezinski, estaría enfrentado con los lobbys neocon republicano y judío de EEUU y con su habitual mordacidad habría desacreditado la miopía geoestratégica de ambos grupos de presión al afirmar que “están tan obsesionados con Israel, el Golfo Pérsico, Irak e Irán que han perdido de vista el cuadro global: la verdadera potencia en el mundo es Rusia y China, los únicos países con una verdadera capacidad de resistir a Estados Unidos e Inglaterra y sobre los cuales tendrían que fijar su atención”.
Respecto al caso nuclear iraní, en una entrevista concedida por Brzezinski a Gerald Posner en The Daily Beast (18 de septiembre de 2009) , afirma que “una colisión estadounidense-iraní” tendría efectos desastrosos para Estados Unidos y China, mientras Rusia emergería como el gran triunfador, pasando a ser la UE totalmente crudodependentiente de Rusia”, por lo que la administración Obama procedió a la implantación de sanciones económicas al régimen iraní para lograr su asfixia económica y provocar la revuelta social.
Sin embargo, tras la elección de Hasan Rohani como nuevo Presidente iraní, se abrió una nueva oportunidad para la solución diplomática al llamado caso nuclear iraní y en el supuesto de lograrse la resolución del contencioso nuclear de EEUU-Irán y el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, Rohani conseguiría su objetivo de que se reconozca el papel de Irán como potencia regional, logrando de paso el incremento de cooperación irano-estadounidense relativa a la seguridad en Iraq y Afganistán. Respecto al contencioso sirio, la jugada maestra de Putin convenciendo a Asad para que entregara todo su arsenal de armas químicas y el escaso apoyo internacional recibido por Obama para iniciar su operación militar contra Siria, podría conducir a la celebración de una nueva Conferencia Internacional Ginebra sobre Siria ( rememorando la Guerra de Laos y los Acuerdos de Ginebra de 1.954)
En cuanto a Irak, tras 8 años al frente de los restos del naufragio del antiguo régimen iraquí, Nuri al-Maliki habría dejado de ser el hombre de confianza de Washington (al no conseguir que el Parlamento iraquí desnacionalice la industria de hidrocarburos) y se habría convertido en un impedimento para la unidad nacional al haber incumplido su promesa electoral de incorporar a los suníes a un Gobierno de Coalición Nacional, por lo que tras su defenestración política asistiremos a la implementación del llamado Plan Biden, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, acuerdo no vinculante que preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de la administración de los ingresos por el petróleo.
El mensaje diáfano de Obama sería que “la paz es posible a través del diálogo y que Israel y Estados Unidos tienen que negociar con Irán y con Siria, dos actores cruciales en la política de Oriente Próximo”, postulados que serían un misil en la línea de flotación del Gobierno de Netanyahu que aspira a resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel), ente que intentaría aunar los conceptos antitéticos del atavismo del Gran Israel que bebe de las fuentes del sustrato bíblico y la concepción de un estado democrático incardinado en el siglo XXI, heredero de los postulados ideológicos de Theodor Herzl, considerado el Padre del actual Estado de Israel y fundador del sionismo. Así, Herzl en su libro “El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía”, propuso la creación de un Estado judío independiente y soberano para todos los judíos del mundo al tiempo que promovió la creación de la OSM (Organización Sionista Mundial) y en su obra “La vieja Nueva Tierra”(1902), sienta las bases del actual Estado judío como una utopía de nación moderna, democrática y próspera.Sin embargo, caso de fracasar la vía diplomática de Obama en los contenciosos sirio e iraní, aumentaría la presión del lobby pro-israelí de EEUU ( AIPAC), para proceder a la desestabilización de ambos países por métodos expeditivos, momento que será utilizado aprovechado por la Trilateral EEUU-Gran Bretaña-Israel para proceder a rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por los actuales países de Oriente Próximo y Medio (Oriente PROME) y así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel y que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales (Gran Israel).