Esa estrategia sirve para instalar su discurso de reemplazo o entronización de su propia ideología en los nuevos musulmanes o en aquellas personas que quieren ser musulmanes, con lo cual aprovechan de programar a los conversos para indisponerlos con respecto a la existencia de las escuelas sunnitas o chiíta. El falso contrario es que el Islam es uno solo y no existe una diversidad de escuelas, y que las mismas son producto de la división que hacen los enemigos del Islam, negando así, el legado cultural que han aportado las mismas escuelas islámicas a la propia comunidad islámica, Ummah.
Junto con emplear la estrategia del falso contrario, los wahabitas se sitúan como los únicos representantes del Islam, acción que se ha visto reflejada en su violenta irrupción en Siria, donde operan bandas vinculadas a Al-Qaeda, como el Daesh o el Frente Al-Nusra, vertientes del grupúsculo wahabita. Para ellos, musulmanes sunitas y chiítas están fuera del Islam, autodenominándose como los representantes del Islam.
Otro de los pulsos indicativos de los wahabistas es su conexión ciega con el régimen monárquico saudita, al que atribuyen una supuesta categoría de custodio de las ciudades santas del Islam, como son La Meca y Medina, deslindando toda responsabilidad en las muertes de cientos de musulmanes ocurridas en estos sagrados recintos.
Por otro lado, en sus páginas webs los wahabitas catalogan a los musulmanes chiítas de desviados. Una de esas páginas se puede encontrar en la red social Facebook, la que curiosamente, y a pesar de ser denunciada por diversos usuarios en la sección correspondiente, para que se tomen medidas urgentes contra el discurso violentista de los salafistas, ésta, así como otras, permanecen en la red, hecho que provoca la caída de algunas personas incautas, a las que el marketing wahabita ha permeado. Esta actitud de Facebook favorece la proliferación de redes violentistas, pese al discurso supuestamente de protección social que pregona en sus políticas de uso.
Curiosamente, cuando se publican posteos en los cuales se responden los ataques contra el chiísmo, los mismos son borrados al poco tiempo despúes, impidiendo producirse un feedback o retroalimentación, con lo cual queda de manifiesto que los wahabíes hacen el quite al diálogo o debate, lo que pudiera poner en entredicho su posición extremista y ultrista.
Otra de las tácticas de los wahabitas en Chile es su desplazamiento geográfico por el país, tomando las guías telefónicas para contactar a aquellos residentes con apellidos árabes o de vinculación cultural con los países musulmanes, para posteriormente enviar sus misiones acomodadas en las denominadas Tabligh con el fin de visitar en los domicilios a tales personas, y proceder a pedir que repitan como autómatas la frase para la conversión para quien acepta el Islam como su forma de vida, sistema y religión.
No obstante, no se explica el contenido de ellas antes de proceder a la misma acción, cayendo en una especia de “conversión express”. Tampoco se les explica el Islam en su amplia dimensión, siendo todo lo que haga la persona, pecado, por lo cual el cansancio del remordimiento constante hará mella en el espíritu de estos nuevos “creyentes”, quienes con el tiempo, al no comprender los preceptos islámicos, terminará dejando esta religión, con lo cual pueden derivar en cualquier pensamiento, incluso abrazando el new age y sucedáneos como los jedis o los extraterrestres.