OPINIóN
Los terroristas wahabíes atacan al Islam y el Cristianismo en Siria
Por: Yusuf Fernández
El 23 de Marzo, miles de sirios acompañaron al ataúd del prominente sabio sunní sirio, Sheij Mohammad Said Ramadan al Buti, que había resultado muerto en un ataque terrorista en la Mezquita al Iman de Damasco junto con su nieto y otras 47 personas. El gran mufti, Ahmad Badr Addin Hassun, cuyo hijo fue también muerto por los terroristas hace varios meses, y el ministro de Información sirio, Omran al Zubi, participaron asimismo en el funeral.
El ataque no fue sólo un crimen atroz, sino también un acto blasfemo. Tuvo lugar cuando Sheij al Buti pronunciaba un discurso religioso ante un grupo de estudiantes de Islam, incluyendo su nieto. Al Buti, de 84 años, fue decano de la Facultad de Ley Islámica en la Universidad de Damasco y un sabio reconocido internacionalmente.
Tras el incidente mortal, el presidente sirio, Bashar al Assad, condenó el acto de violencia, prometiendo que el crimen no quedaría sin castigo. “Una promesa del pueblo sirio -y yo soy uno de ellos- es que tu sangre, la de tu nieto y los mártires de hoy y toda la patria no fue derramada en vano, porque nosotros seguiremos vuestro pensamiento con el fin de erradicar su oscuridad,” señaló.
Sheij al Buti era conocido por sus posturas antiterroristas y sus críticas a los grupos militantes respaldados por el extranjero, a los que describió como “mercenarios”. La semana anterior a su asesinato, el fallecido sabio dijo en un sermón: “Estamos siendo invadidos en cada centímetro de nuestra tierra, en nuestro plan y en nuestras vidas, mujeres, niños, lugares santos y honor. Estamos hoy frente a un deber legítimo... que es la necesidad de movilizarnos para proteger los valores, la patria y los lugares santos, y no hay diferencia, en este caso, entre el Ejército y el resto de esta nación,” señaló.
Una semana después del asesinato de Al Buti, otro clérigo sunní, Sheij Hassan Seif al Din, de 80 años, fue brutalmente decapitado en la ciudad norteña de Alepo por militantes apoyados desde el extranjero, que arrojaron posteriormente su cuerpo sin vida a las calles. Ellos también clavaron su cabeza en el minarete de la mezquita donde él predicaba. Sheij Saif al Din tenía igualmente puntos de vista contrarios a los militantes y habló en contra de la guerra actual contra el gobierno sirio.
En una página de Facebook de los militantes, él fue llamado “colaborador de la camarilla en el poder en Siria” y amenazado: “Vendremos a por ti; no escaparás”.
Sheij Hassan Saif al Din fue, de hecho, el último de una lista de sabios religiosos asesinados, que incluye clérigos musulmanes shiíes y sunníes, así como sacerdotes cristianos. Todos estos asesinatos fueron llevados a cabo por terroristas sanguinarios, que son descritos como “demócratas” por los gobiernos y medios occidentales.
La primera de estas víctimas fue el padre Basilius Nassar, el sacerdote de la Capilla de Mar Elías, en la ciudad de Kfar Baham, cerca de la ciudad de Hama. Él recibió un disparo el 25 de enero de 2012 por un francotirador de los milicianos en el área de la Ciudadela, mientras estaba socorriendo a un herido.
El segundo fue un clérigo sunní, Sheij Mohammad Ahmad Aof Sadek, que predicaba en la Mezquita Anas bin Malik, en Damasco. Él fue uno de los primeros sabios que advirtió en contra de la violencia en Siria y de los grupos takfiris, de los que dijo que no tenían lugar entre los musulmanes. Él murió de un disparo el 25 de febrero de 2012.
El tercero de la lista fue Sheij Sayed Naser, un clérigo alauí e imam de la hauza (escuela religiosa) alauí Zaynabiyya en Damasco. Él falleció de un disparo en la cara cerca del Mausoleo de Sayida Zainab, la nieta del Profeta Muhammad (PB).
La cuarta fue un clérigo shií, Sheij Abbas Lahham, muerto en mayo en el exterior de la Mezquia de Ruqayya (hija del Imam Hussein (PB)), donde predicaba. Él fue seguido por Sheij Abdel Kodus Yabbarah, otro sabio shií, al mes siguiente. Este último fue tiroteado en el mercado, cerca del Mausoleo de Sayyida Zainab.
En Julio de 2012, en el inicio del mes de Ramadán, fue Sheij Abdel Latif as Shami el que fue tiroteado y muerto de una forma atroz: durante las oraciones, en una mezquita llena de fieles, por un disparo de rifle en un ojo. Un mes más tarde, el imam de la Mezquita Al Nawawi en Damasco, Sheij Hassan Bartawi, fue asesinado también.
En octubre de 2012, algunas personas hallaron el cuerpo mutilado de un sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Griega, el padre Fadi Hadadat, en Katana, en la provincia de Damasco. Él había sido secuestrado por militantes que pidieron a cambio de su liberación un rescate de 15 millones de libras sirias. El patriarca Abdulá Salah de Antioquía y Oriente de la Iglesia Ortodoxa Griega confirmó que él había sido asesinado por terroristas. En el último día de 2012, otro imam sunní, Sheij Abdullá Saleh, fue muerto en Raqa.
En febrero de 2012, Sheij Abdel Latif al Yamili, un clérigo de la Mezquita de Ashrafiyye, falleció a causa de la metralla de una granada lanzada por milicianos en el patio de su mezquita. En Marzo, fue Sheij Abed Saab, que lideraba las oraciones en la Mezquita de Al Mohammadi, situada en el distrito de Mazze, en Damasco, el que resultó muerto por un artefacto explosivo colocado bajo su vehículo.
Cabe señalar que todos estos crímenes fueron en realidad alentados por algunos sabios extremistas wahabíes de Arabia Saudí. Uno de ellos, Sheij Abu Basir al Tartusi, dijo que él no lamentaba la muerte de Sheij al Buti. “Él era un mentiroso que toda su vida apoyó a los gobernantes,” dijo Al Tartusi en declaraciones recogidas por UmmaNews. Él añadió hipócritamente que lamentaba que “otros musulmanes hubieran resultado también heridos o muertos”.
El Imam de la Mezquita de Al Haram en Mecca, Abdul Rahman al Sudais, celebró abiertamente el asesinato. “Él (Al Buti) fue uno de los más grandes imames del engaño. Él fue un muyahid (erudito) en el camino de Satanás. Y esto (el asesinato de Al Buti) es una gran alegría para los musulmanes,” escribió en su sitio de Facebook.
Reino de terror
En realidad, todos los clérigos asesinados fueron abiertamente hostiles a la rebelión o, al menos no la apoyaron. Su asesinato estuvo dirigido a aterrorizar a la población siria, que se niega a apoyar a los grupos armados. Este punto queda claro cuando alguien lee las declaraciones de los propios terroristas.
Poco antes del ataque contra la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Damasco, que causó la muerte a 15 estudiantes, el líder de un grupo wahabí, Liwa al Islam, Hayzam al Malih, publicó una declaración en su página de Facebook en la que advirtió que era “obligatorio para los estudiantes de dicha universidad lanzar una campaña de desobediencia civil. Si ellos no lo hacen, su universidad tendrá el mismo destino que la de Alepo”, advirtió. Cabe recordar que en el mes de enero, 82 estudiantes de la Universidad de Alepo fueron muertos y otros 160 heridos por cohetes lanzados por los militantes.
Grupos religiosos enteros (cristianos, shiíes, alawíes) han sido declarados “enemigos” por los terroristas wahabíes takfiris -seguidores de una ideología extremista que considera incrédulos a los seguidores de otras escuelas islámicas-. Algunos shiíes, por ejemplo, han tenido que huir de sus viviendas con el fin de salvar sus vidas. Uno de ellos, Yamal, dijo a Los Angeles Times que “estas personas eran antes nuestros vecinos. Ahora quieren secuestrarnos y asesinarnos”.
Las tensiones interreligiosas, que desconocidas antes de que el conflicto estallara, están ahora incrementándose en las localidades situadas cerca de la frontera de Siria con el noreste de Líbano. Los residentes que viven en estas áreas hablan de una campaña de limpieza étnica llevada a cabo por los militantes, que están tratando de crear un estado de estilo talibán. Algunos shiíes, que tienen vínculos familiares con el Líbano, se han convertido en combatientes para defender sus pueblos de los ataques de los terroristas. Obuses lanzados por los grupos armados caen a menudo en algunas de estas localidades.
Los rebeldes en Siria han quemado y saqueado también los sitios religiosos de las minorías, señaló la organización pro-derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York, el pasado mes de enero. HRW reveló que los opositores armados habían destruido una husseiniya - un sitio religioso dedicado al Imam Hussein (PB), un gran mártir en la historia musulmana. Un video publicado en Internet mostró a rebeldes blandiendo rifles y gritando cánticos de alegría en la localidad de Zarzur, tomada por los rebeldes en diciembre, mientras se veía el sitio arder al fondo de la imagen. En el video, un hombre anuncia la “destrucción de las guaridas de los shiíes y los rafida”, término, este último, despreciativo, que es utilizado por los fanáticos wahabíes para referirse a los shiíes.
En la provincia de Latakia, Human Rights Watch citó a los residentes que señalaron que militantes armados que actuaban en el nombre de la oposición habían allanado y robado en iglesias cristianas de dos localidades, Gasaniyeh y Ydeideh. Un residente en Ydeideh informó que hombres armados habían irrumpido en la iglesia local, la habían saqueado y habían efectuado varios disparos dentro.
De este modo, un reino del terror ha sido implementado en todos los lugares controlados por la oposición siria. Debido a su incapacidad de provocar una revolución popular contra el gobierno, estos grupos han recurrido a masacres y asesinatos. Esto explica por qué los residentes huyen cuando su localidad o calle caen bajo su control o se unen cada vez más a las fuerzas de la Defensa Nacional, que luchan contra los terroristas en todo el país.
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