• Mishal al-Farraj (izqrda.), Mustafa Abkar (centro) y Abdulaziz al-Toailié (drcha.) se encontraban entre los presos ejecutados recientemente por Arabia Saudí.
Publicada: sábado, 9 de enero de 2016 19:43
Actualizada: domingo, 10 de enero de 2016 3:48

Todo el mundo se enteró de las ejecuciones realizadas por Arabia Saudí a inicios de 2016, pero muy pocos saben que entre los ejecutados se encontraban enfermos mentales y los que a la hora de su arresto eran menores.

El Ministerio saudí del Interior informó el pasado 2 de enero de la ejecución de 47 personas, incluido el prominente clérigo chií el sheij Nimr Baqer al-Nimr, por cargos de “terrorismo”, lo que levantó duras críticas no solo de los ciudadanos saudíes, sino de toda la comunidad internacional.

Fuentes exclusivas han asegurado el viernes al portal de noticias Middle East Eye que las ejecuciones fueron hechas el 1 de enero en 12 ciudades distintas del reino árabe. El proceso empezó por la mañana y duró hasta la tarde del mismo día.

Varios de ellos fueron declarados culpables de vandalismo, un delito que se castiga en Arabia Saudí cortando distintas partes del cuerpo; proceso al que sigue la decapitación y finalmente la exposición del cadáver.

Una fuente presente en el lugar de las ejecuciones en Riad, capital de Arabia Saudí, las ha tildado de “masacres”, al explicar que la escena estaba llena de sangre y distintos órganos humanos se hallaban en el suelo, sin que pueda confirmar el número de los ejecutados allí.

Los cuerpos de los que fueron ejecutados por supuestamente tener vínculos con Al-Qaeda, planear o realizar ataques en el país entre 2003 y 2006 no fueron entregados a sus seres queridos, sino que fueron enterrados en un lugar secreto.

El Gobierno de Al Saud reveló, sin embargo, los nombres de los ejecutados, pero, según Middle East Eye, los medios solo dieron cobertura a los casos de Faris al-Shuwail y Adel al-Dhubaiti por matar a periodistas extranjeros.

Lo que más preocupa a las organizaciones pro derechos humanos es el hecho de que entre los ejecutados se encontraban varios enfermos mentales y los que eran menores cuando fueron arrestados por las fuerzas de seguridad de Arabia Saudí.

Mustafa Akbar, de Chad, tenía solamente 13 años cuando fue arrestado en la ciudad de La Meca en 2003 y Mishaal al-Farraj tenía 17 cuando fue detenido en Riad en 2004 por planear ataques en el nombre de Al-Qaeda.

Las fuentes aseguran que muchos de los ejecutados fueron maltratados y objeto de torturas en las cárceles saudíes y que fueron hacinados durante años en celdas sin ser llevados ante los tribunales; en algunos casos solo se celebró una sesión para informarles que fueron condenados a muerte.

Entre los ejecutados también estaban varios enfermos mentales como Abdulaziz al-Toailié, que según asegura su compañero de celda, sufría de severos problemas mentales, ya que hablaba con los insectos, corría y gritaba mientras estaba desnudo y consumía sus propios deshechos corporales.

Sin embargo, no todos de los ejecutados han atraído la atención internacional, de hecho la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH) ignoró una carta escrita por un activista explicando la situación de Al-Toailié.

Riad hace caso omiso a las llamadas internacionales ante la situación de los derechos humanos en el país árabe 

En estos momentos, Ali al-Nimr (sobrino del líder chií ejecutado), Dawud al-Marhun y Abdolá al-Zaher —todos arrestados cuando eran menores de edad— esperan el día de su ejecución tras ser condenados a muerte “basándose como única prueba en las ‘confesiones’ que, según el testimonio de los tres activistas, "hicieron tras ser torturados”.

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