En el Archipiélago de Chiloé no existen grandes montañas, por lo que el pueblo originario mapuche ha advertido del riesgo que corren sus bosques nativos ya que en ellos se origina la provisión de agua para los seres humanos, la cual depende exclusivamente de las lluvias.
Las reservas naturales de agua las constituyen los humedales y musgos junto a los riachuelos y suelos de bosques nativos, ecosistemas con una gran capacidad de captar y almacenar el agua de las precipitaciones.
En Chiloé entre 1998 y el 2013 se perdieron 10.268 hectáreas de bosque nativo, mientras que las plantaciones forestales aumentaron de 623 a 5443 hectáreas, lo que equivale a un incremento de 873%.
Según el Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH) en la última década comenzó de una manera desproporcionada la expansión de grandes multinacionales al suplantar los bosques nativos, por el eucalipto, que son conocidos por ser chupadores de grandes cantidades de agua, trayendo como consecuencia la sequía de los suelos.
Según cifras oficiales desde el año 2000 ha existido un incentivo para instalar monocultivos forestales de eucaliptos, destinándose para ello cuantiosos recursos públicos. Del año 2003 al 2012 se entregaron cerca de 1500 millones de pesos (2.312.690 dólares) para plantar con Eucaliptos 2969 hectáreas.
Estos números contrastan con los subsidios entregados para el manejo y conservación del bosque nativo, que entre los años 2009 al 2011 fueron algo más de 67 millones de pesos (92.507,7 dólares).
El archipiélago de Chiloé está sumido en una crisis hídrica que tiene a miles de personas con graves dificultades para acceder al agua. Situación generada no por falta de lluvias o el calentamiento global, sino por el acelerado avance de monocultivos forestales y la violenta sobreexplotación de los recursos naturales de este territorio.
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