Esto es lo más cercano que el Ejército turco nos deja estar de la ciudad de Cizre, pero aun así se aprecian las columnas de humo fruto de los intensos bombardeos que sufre estos días.
Esto no es Siria, sino Turquía, un país agitado desde hace cuarenta años por un conflicto con su minoría kurda, que se ha cobrado más de 40.000 muertos y que ha entrado, desde hace meses, en una fase de guerra.
Así es caminar por uno de los barrios tomados por milicias kurdas, entre trincheras y barricadas. Aquí nos aseguran que se trata de una resistencia popular contra el Estado turco, al que acusan de estar detrás de algunas de las peores masacres sufridas por la población turca en los últimos años.
Asociaciones pro Derechos Humanos estiman que en torno a 134 civiles han muerto en los toques de queda militares que se han ido ordenando por el Ejecutivo, en 21 distritos tucos, para romper la resistencia de los milicianos kurdos.
Los combates han provocado, además, más de cien mil desplazados. El Ejecutivo turco ha prometido que “limpiará” el país de “terroristas”, y ha enviado a la cárcel y forzado la destitución de algunos políticos electos kurdos por defender el derecho al autogobierno de los kurdos en el país.
Entre civiles muertos, barricadas y trincheras, el prometedor proceso de paz emprendido en 2013 por gobierno y PKK ha quedado en nada. Muchos temen que el actual enquistamiento desencadene más muertos, con ambos bandos rozando ya los 200 fallecidos y ciudades históricas como Cizre o Diyarbakir destrozadas por las bombas.
Durante la noche los jóvenes del barrio se colocan detrás de estos sacos terreros para hacer guardias, dicen que para repeler cualquier ataque de las fuerzas turcas. Este es el clima de guerra que se vive aquí al sur de Turquía.
Lluís Miquel Hurtado, Nusaybin.
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