Stoltenberg, en su conversación telefónica del viernes con el presidente afgano, Ashraf Qani, abogó por conservar parte de sus tropas en Afganistán, según el diario británico Daily Times.
Tras la reciente decisión de EE.UU. de mantener sus tropas en Afganistán —asegura Stoltenberg—, otros miembros de la OTAN seguirán sus pasos con el fin de continuar su apoyo militar al país asiático.
Qani, por su parte, insistió en que Kabul otorga gran importancia a sus relaciones con la OTAN y calificó de “significativa” la cooperación con la Alianza para capacitar a las fuerzas de seguridad afganas.
Durante la conversación, ambas partes acordaron que Afganistán enviará a Bruselas, capital belga, a una delegación de alto rango que les pondrá al corriente de las reformas y programas del Gobierno afgano en defensa y seguridad.
Las declaraciones del presidente Qani contrastan con el comunicado del expresidente del país Hamid Karzai, donde advierte de que la presencia de 14 años de las fuerzas extranjeras ha agravado el terrorismo en Afganistán.
El jueves 15 de octubre, fuentes oficiales anunciaron que el presidente de EE.UU., Barack Obama, dejará un contingente militar de 5500 soldados en Afganistán, pese a que en principio se preveía la casi total retirada de las tropas estadounidenses antes de finales de 2016.
Estados Unidos ha gastado más de 716 mil millones de dólares en la invasión de Afganistán, incluyendo los 35 mil millones del año fiscal 2015, según las cifras que maneja la oenegé Proyecto de Prioridades Nacionales (NPP, por sus siglas en inglés) sobre el presupuesto federal y el gasto militar de EE.UU.
En 2001, Washington y sus aliados invadieron Afganistán so pretexto de luchar contra el terrorismo. La ofensiva apartó del poder a los talibanes, pero estos y los mismos soldados extranjeros han imposibilitado que la seguridad se instaure en dicho territorio.
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